EL MAESTRO GEORGE BROTHERS DEL MAS
Era
1958 y en la segunda generación de alumnos de la Escuela Moderna Americana, a
la que de aquí en adelante me referiré como MAS por Modern American School en inglés, teníamos clase de inglés todo el día y diariamente
y nada menos que con un profesor que fue inolvidable e indispensable para mí y mis compañeros: Mister George Brothers.
Si pudiera filmar una película sobre un excelente maestro, indudablemente que
él sería el personaje principal.
Antigua fachada del MAS en la col. del Valle |
Brothers
era un hombre de unos 50 años entonces (se acuerdan que cuando son jóvenes ven
viejos a todos los mayores), era corpulento y no demasiado alto, calvo, con
cabellos parados como chayote, lentes redondos con armazón de alambre y siempre
de traje oscuro. Lo que lo distinguía de los demás maestros, pues este sí era
maestro, era que tenía un gran sentido del humor seco y de la oportunidad (no
hacía chistes, tenía puntadas) y sabíamos claramente cuando estaba hablando en
serio y cuando se prestaba a chanzas.
Cuando
nos arremolinábamos a preguntarle o pedirle algo, nos corría haciendo girar su
mano sobre su cabeza y nos decía: “Don´t breathe my oxygen!” (¡No respiren mi
oxígeno, aléjense!). Él se sabía querido y admirado. Daba unas clases
excelentes, pero además nos enseñaba cómo era la vida. A pesar de que en primer
año llevábamos la parte menos interesante del idioma, que es la gramática, él
la aderezaba con anécdotas y personajes,
nos recomendaba libros y llevábamos un libro que conservo a la fecha
porque nunca he encontrado uno mejor, que se llama “Man´s History”. Nos enseñó
el mejor inglés posible, pero además nos conminaba a que aprendiéramos todos
los días el slang, que es el verdadero inglés actual, el que hablan los
estadunidenses. A que viéramos las películas americanas sin leer los
subtítulos.
Nunca
le pregunté de qué parte de EEUU era, pero su acento sonaba californiano (de
ninguna manera bostoniano), Tenía un par de hijos en la escuela, menores que nosotros,
que apenas éramos la segunda generación del MAS. Vivía por la colonia del
Valle, cerca del mercado de esa colonia y hablaba un español perfecto, de
mexicano. Cuando hablaba español (sin acento, claro) podía pasar por un
connacional.
A él
le llevábamos la queja de otros profesores, a él le confiábamos nuestros
secretos (no todos, claro está. ¿Qué adolescente cuenta todo lo que le pasa o
lo que siente? ¡Si ni siquiera el susodicho lo sabe!), nos aconsejaba qué hacer
con nuestros amigos y amigas, y nunca lo hizo ver como si fuera una “lección”.
Algo que no he dicho, pero que ahora diré, ¡cómo agradezco que la MAS fuera una
escuela mixta, laica y nacionalista¡ Nunca metería a mis hijos o nietos a una
escuela confesional y menos de puros varones. Ya les platicaré más adelante mi
única y triste experiencia en una escuela llamada CUM. Pero algunos de ustedes
dirán “¿nacionalista? Si hasta el nombre está en inglés”. Y yo respondo:
nacionalista en el sentido en que te enseñaban como era y es México, con sus grandes
contrastes, con sus desigualdades (entonces más que ahora), pero te enseñaban a
amarlo. A tratarlo de mejorar, a respetar al país y sus símbolos: nunca vi una
bandera gringa, y sí muchas mexicanas, empezando por la ceremonia de todos los
lunes, con la bandera y el Himno Nacional. Y les pondré un ejemplo: muchos de
mis compañeros y exalumnos se han distinguido por su labor política y
tecnocrática a favor de México. A pesar de que aún teníamos varios compañeros
extranjeros, eran mucho menos numerosos que los que teníamos en el Panamerican Workshop, que era una de las
escuelas favoritas para los diplomáticos estadunidenses o de otros países.
Desde ese entonces, la MAS se distinguió, hasta estos días, como la mejor
escuela privada de la ciudad, pésele a quien le pese.
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