jueves, 20 de agosto de 2020

¡CÓMO HAN PASADO LOS AÑOS!

 

17 de agosto de 2020, San Ángel, CDMX

                           

 Este pasado 31 de marzo cumplí mis primeros 50 años de vida profesional. No es ocioso ni gratuito: también cumplo este año casi 48 de casado con mi novia-amiga-amante-compañera Marcela, la misma adorable mujer y profesionista; 10 años de ser profesor de odontología en escuelas y facultades (que equivalen a unas 30 generaciones); más de 45 como conferencista en la ADM, FDI, ADDF y en forma independiente; muchos de ser padreque no es cosa fácil, pocos de ser abueloque es una delicia, muchos de ser dirigente y lo que se llama líder de opinión (sea lo que sea) y  más de 53 de ser escritor que es ser una especie de conciencia de nuestros tiempos.





Soy de los que verdaderamente vivieron, junto con algunos otros colegas fui actor y testigo, el movimiento estudiantil-popular de 1968,  uno de los fundadores de las clínicas de multiservicios y de la especialidad de odontología del sueño en México; el primer dentista en escribir dos novelas y muchos cuentos breves, en dar cursos de mercadotecnia odontológica en el mundo de habla hispana y de escribir cinco libros sobre este tema.

 

También tengo experiencia en fundar escuelas de odontología: he fundado tres, que ahora inmediatamente cerraría. ¿Por qué? Porque he presenciadoigual que todos ustedesla debacle que han formado en nuestra profesión la indiscriminada formación de dentistas sin controles de calidad en sus estudios y la abundancia de escuelas de odontología basadas en mezquinos intereses comerciales y, sobre todo, por la falta de control por parte de las autoridades Y ASOCIACIONES GREMIA


LES correspondientes.

UAM-X 1974  UNITEC 1970

Ya no hay pacientes para todos. No de los que puedan pagar, y el gobierno sigue sin asumir su responsabilidad en atender a los que no pueden hacerlo. Todos sabemos que cuando la oferta de servicios supera a su demanda, todos tenemos que bajar nuestros honorarios y disminuir el número de posibles pacientes. La teoría es asesinada por la experiencia, dicen que dijo Albert Einstein. 

Les puedo asegurar que, como todos, he cometido muchos errores, que son el impuesto que pagamos por vivir, sin las cicatrices de la vida, como las canas. Pero no me arrepiento de lo que he hecho. Y me arrepiento mucho de no haber hecho más cosas y de lo que no-he-hecho. ¿No les hubiera gustado dar la vuelta al mundo, conocer más miembros del sexo opuesto, comer en los mejores restaurantes, divertirse más y explorar el Amazonas o volar un jet de combate? ¿O fundar una empresa, filmar una película o  cantar profesionalmente? 

Miren esta imagen cinematográfica: La vida es un larguísimo pasillo que lleva del nacimiento hasta la muerte y que tiene puertas cerradas a ambos lados. La mayor parte de la gente pasa por el pasillo y no abre ninguna puerta: llegan a la muerte sin haber conocido muchas cosas. Yo pienso que hay que ir abriendo las puertas que se nos van presentando a izquierda y derecha.



 

Al asomarnos al interior de éstas, veremos cosas nuevas y diferentes, y sabremos qué es lo que nos atrae y qué no lo hace. A veces son oportunidades mucho mejores que la que hemos escogido. Porque debemos reconocer que uno escoge su carrera en la peor etapa de su vida: nos falta experiencia, no sabemos la importancia de ganar un buen salario, y ni idea tenemos de los enormes gastos e inversiones que nos esperan en el futuro. Los que me leen ahora, ¿volverían a estudiar odontología? La respuesta es fácil: muchos de ustedes no lo harían. A esa edad no sabemos lo que queremos, en la gran mayoría de los casos ni sabemos cuántas carreras hay y nos dejamos guiar por nuestros amigos y parientes; creemos que vamos a salvar a la humanidad (que luego ni nos hace caso), y somos, en general, quijotes. De joven uno puede darse el lujo de ser quijote, pero cuídense, porque de viejo se vuelve uno un “que-hijote”. 

Volviendo a hablar del pasillo largo que es la vida: en este camino abran las puertas, tómense el tiempo necesario dentro de aquellas que les satisfagan. Yo lo hice. ¿Y adivinen qué? Eso me llevó a conocer la literatura, la política, las buenas relaciones públicas, las artes, la ciencia (que es lo único en lo que creo),  muchas personas inigualables de las que aprendí enormidades, problemas a los que afortunadamente encontré solucióny experienciay al conocimiento (modesto, si se quiere) y a la inquietud por seguirme superando  ypor qué negarloa situaciones de las que alcancé a salir vivo sólo por un pelo, pero de las que aprendí mucho a pesar de los golpes que me llevé o me dieron. Por lo menos aprendí a no meterme en esos caminos. Hubo otras, afortunadamente pocas, en las que fracasé. Pero hasta de eso aprendí.

Que no les cuenten: estoy convencido de que el verdadero infierno es el miedo, el temor al cambio, el creer en todo lo que nos dicen nuestros maestros y políticos; es también el odio a las personas, la intolerancia que camina siempre junto a la ignorancia—pocas cosas tan temibles como la ignorancia en acción—, el fundamentalismo, el rencor, pero sobre todo la envidia, la ingratitud y la soberbia—que son de los pecados inconfesables, porque todo ello nos inmoviliza

Cuando hemos ido teniendo éxito, muchos de nuestros conocidos nos profesan la envidia al éxito. No quiero, que ustedes, mis amigos, vivan un infierno. Así que—aunque cueste mucho trabajo— hay que librarse de estos pecados que a veces son peores que muchos de los católicamente llamados “mortales”. ¿Cómo se libra uno de ellos? Cambiando los caminos trillados con valentía, con seguridad en nosotros mismos, moviéndonos, avanzando, leyendo, aprendiendo, cultivándonos y mejorándonos.

A veces—muchas—hay que cambiar de “amigos”. Ni modo. Cámbienlos a tiempo y no permitan que sean un lastre en sus vidas (que es la única que tendrán). Hay personas que se esfuerzan porque el globo aerostático no vuele. Recuerden que hay que viajar ligeros, y eso incluye deshacerse de las personas tóxicas. ¿Cómo reconocerlas? Son las que sacan lo peor de nosotros, las que nos hacen sentirnos devaluados, débiles, inadecuados, enojados frustrados o culpables (¡Ah, la gran culpa judeo-cristiana!) Las personas más exitosas son aquellas que saben aplicar el plan B y se rodean de personas que sacan lo mejor de nosotros: nos hacen sentir valiosos, capaces, amados, respetados y apreciados.

¿Se han fijado que los que vamos teniendo experiencia la queremos dejar a los que le siguen, para que la vida les sea menos dura? Generalmente los jóvenes, arrogantes y escépticos, no la acogen ni mucho menos la aprecian o agradecen.

El error de la juventud es pensar que la astucia compensa la falta de experiencia, en tanto que el error de los adultos es pensar que la pura experiencia sustituye a la inteligencia y a la actualización. 

Me dirijo a los más jóvenes: curiosamente, quienes hablamos de la feria es porque ya hemos estado en ella un buen rato. No hemos llegado a esta edad cometiendo, perdón, pendejadas. Nos han pasado las cosas que NO queremos que les pasen a ustedes. Dicen que un hombre sabio escarmienta al ver lo que sucede a los demás Y que uno más sabio no se espera a ver lo que le sucede a los demás, sino que aprende de lo que le dicen.

 


Para llegar a esta edad siendo productivo he aprendido muchas cosas: que desde jovenzuelos tenemos que fijarnos objetivos ambiciosos, pero logrables (y luego fijarnos otros más y más altos); que hay que ser astutos, pacientes y perseverantes, a aprender de los demás, y si se puede, conseguirnos un buen mentor que nos guíe; a ser buenos, generosos y éticos, ser fieles a nuestros valores personales; a ser congruentes entre lo que hacemos, decimos y pensamos; a estar dispuestos a cambiar nuestras creencias cuando se presenten otras más verdaderas. Dicen que en la vida no hay nada constante, excepto el cambio. El hombre debe ser siempre flexible como una caña, no rígido como el cedro.

 

Hay que amar y disfrutar a tiempo; a vivir el presente y reconocer que hay una edad para cada cosa. Después de todo, el pasado no se puede cambiar y el futuro aún no llega. Hay que deshacerse a tiempolo repitode compromisos y conocidos intrascendentes, fatuos y que no nos aporten nada. Reconozcan siempre a sus verdaderos amigos como aquellos que sacan lo mejor en ustedes; que desean que ustedes mejoren. Reconozcan como sus enemigos a quienes les hagan sacar su peor parteembriagarse, consumir drogas, delinquir, engañar a los demás, fanatizarse, ser crueles, débiles, pesimistas e intolerantesy quienes los quieran llevar al pasado (¿ya reconocen a alguien?). Desháganse de ellos de una buena vez. Y desconfíen profundamente de quienes se vanaglorian de sus éxitos y conocimientos y no los aportan al bien común. Esos son huecos y no merecen ser amigos de nadie. 

Algo muy importante: Nunca cambien un solo día de éxitos profesionales por un día de alegría y sin remordimientos con su familia y amigos. Hay que aprender que los pequeños asuetos esporádicos son muy necesarios… y sabrosos. 

Sin importar credos ni religiones (que siempre nos hablan de un posible más allá siempre que nos portemos bien según sus reglas o “leyes”) debemos concentrarnos en el aquí y en el  ahora, con nuestras familias, amigos, empleados, pacientes y colegas y no colegas pero sobre todo, y les juro que no exagero,  con la frase del prócer Vicente Guerrero tamborileando en nuestra mente, “la Patria es primero…la Patria es primero…” Esto último es sorprendente para casi todos los dentistas y médicos que lo escuchan por primera vez, pero hay que recordar que lo poco o mucho que tenemos, lo que han hecho nuestras familias, nuestros antepasados, se lo deben a este país que merece mucho mejores dirigentes y políticos y salir de la idioticracia: México.

 


miércoles, 12 de agosto de 2020

COSAS QUE MUESTRAN LA EDAD EN LAS PERSONAS

Dr. Manuel Farill Guzmán
Agosto 12 de 2020.
en la Pandemia. 

1.       Más arrugas faciales y en el cuello

2.       Aumento de profundidad y longitud de las líneas de expresión (de nariz a mejilla y de comisura hacia abajo, llamadas líneas de marioneta)

3.       Manchas en la piel (cloasma), sobre todo en la frente y en el dorso de las manos

4.       Tener que usar lentes al trabajar, y si ya los usaba, ahora más gruesos, con más aumento (presbicia)

5.       Canas generalizadas en el cabello,  sobre todo en la barba, bigote y cejas

6.       La línea del cabello retrocede y en muchos casos produce calvicie

7.       Tener que usar lentes de aumento

8.       Líneas blancas alrededor de las pupilas

9.       Los párpados superiores se caen sobre los ojos

10.   Las ojeras se hacen más evidentes y oscuras

11.   Venas sobresalientes

12.   Pérdida de masa muscular

13.   Encorvamiento

14.   Aumento de las manchas rojas en la piel o petequias

15.   Papada más floja y marcada

16.   Se ven los músculos y tendones del cuello en determinadas posiciones.  

17.   El cabello se hace más fino y si era ondulado se vuelve más lacio

18.   Disminución de estatura (sobre todo en las mujeres)

19.   En hombres, voz un poco menos grave

20.   Aumenta la propensión a tener “tics” o movimientos involuntarios periódicos

21.   Tremor en algunas personas

22.   Caminar sin levantar los pies tanto como antes

23.   Dificultad para levantarse estando sentado sobre todo en sillones de poca altura.

24.   Tener más cabello en las fosas nasales y en los conductos auditivos.

25.   Los periodos de sueño son más cortos durante la noche.

26.   Pérdida de la audición a tonos agudos (presbiacusia) sobre todo cuando hay ruidos de fondo.

27.   Te emborrachas con menos alcohol que antes.

28.   Hay más alimentos que te son difíciles de digerir

29.   Hay que orinar con más frecuencia; puede haber estreñimiento

30.   La boca se seca frecuentemente, especialmente durante el sueño.

31.   Si lo anterior es el caso, puede haber mal aliento o “halitosis”

32.   Roncas más

33.   Flojera por hacer cosas que antes se hacían sin problema.

34.   Pérdida de hueso alveolar y por consiguiente pérdida de dientes o movilidad en los mismos

35.   Caries en los tramos expuestos de las raíces dentales

36.   Disminución de la memoria reciente y aumento de le memoria remota

37.  ¡Y no hablamos de problemas sexuales!

 

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