martes, 21 de octubre de 2014

Vida dentro de la Ecuela que invadimos en 1968


Historia de la Odontología en México 1965-2010

Entrada 11 y final.

Dr. Manuel Farill Guzmán

Miércoles 22 de octubre de 2014. 

Mil disculpas por no haber escrito últimamente, pero mil cosas se atravesaron y tuve que resolverlas.

El caso en que íbamos en los finales de 1965, nuestro primer año. El año siguiente fue uno de gran acción, ya que una turba de maleantes lograron que el Rector Chávez renunciara tras de vejarlo a él y a algunos de sus funcionarios. Fue un momento de pena para la UNAM. Todos los Directores de Escuelas y Facultades se adhirieron al Rector y se solidarizaron presentando sus renuncias, pero hubo algunas excepciones. En el caso de la ENO, el Dr. Santos Oliva presentó su renuncia en forma “irrevocable” esto es, que no se puede echar para atrás.

De esa frase se aprovechó, ese fue el momento en que el Dr. Jesús Sarabia, quien ya tenía todo listo, aprovechó para hacerse de la dirección.  En mi ingenuidad me extraña que las Escuelas de Odontología hayan sido tan codiciadas, cosa que no sucedía—o por lo menos no con igual fervor—en otras escuelas y facultades. Me pregunto cuál sería la razón.

Debo hacer una aclaración. Desde tiempos de la dirección del Dr. Reynoso Obregón, se estaba impartiendo en la Escuela, la Maestría de Ortodoncia a cargo de prestigiados profesores provenientes de los EEUU. Para tomar esos cursos había que pasar un examen de selección, inscribirse en tiempo y forma, pagar las cuotas, aprender y ser aprobado, etcétera.  Ser ortodoncista era muy cotizado en aquellos tiempos, porque como no había más que dos o tres especialistas egresados de escuelas reconocidas (los demás se “decían” especialistas), los que se dedicaban a ésta ganaban mucho dinero. El Dr. Rojo de la Vega alguna vez llamó públicamente a esta especialidad “la emperatriz de la odontología”.

Por lo que nos hemos enterado desde aquel entonces, el Dr. Jesús Sarabia, en su calidad de Secretario General de la ENO se “olvidó” de inscribirse y cuando el curso terminó, dos años después y tras de haber asistido como oyente a unas cuantas clases, se presentó a recibir su título—esperando que se lo dieran sólo por ser Secretario General de la Escuela y amigo de los que sí se habían inscrito—  cosa que no se hizo realidad, por lo que (se decía) desahogó su furia precisamente contra el grupo de los ortodoncistas: entre ellos los doctores Roberto Ruff, Alicia Lazo de la Vega, Roberto Sánchez Woodworth, Juan Borrego, fueron algunos de los profesores que primero despegó de sus clases. Todos ellos una pléyade de buenos ortodoncistas que sí había cursado los estudios correspondientes y que, además, eran excelentes personas y profesores de la Escuela. Luego siguieron otros profesores, empezando con mi amigo el Dr. Abraham Raich, hasta llegar casi a sesenta según cuenta la historia.  Como en ese entonces sólo existía la ADM, todos ellos eran socios de ella.

El Dr. Jesús Sarabia, parado atrás extrema izquierda. Foto del
autor. Ca. 1965
En este momento recuerdo al Dr. Sarabia como ser humano. Era un hombre alto, bien plantado, sinaloense, con acento marcado, muy inteligente, simpático y sagaz—como lo eran todos los colaboradores del Maestro Reynoso Obregón—; moreno, con lentes. En esos días aciagos tuvimos algunas conversaciones con él  algunos compañeros y yo. Desafortunadamente puso en práctica ese refrán: “quien no está conmigo está contra mí” porque seguramente dejó que sus emociones y sentimientos interfirieran con su lógica. Por ello, no sólo se deshizo de excelentes maestros cuya única culpa era no congeniar con sus ideas, con su manera de manejar la Escuela, sino que con el paso del tiempo se rodeó de elementos retrógrados—muchos de ellos ni siquiera ejercían la odontología, menos la buena odontología, ni hablar de asistir a congresos, ofrecer conferencias o a actualizarse—, apodados “Los Once”, que causaron mucho daño a la escuela, al prestigio de la profesión y a la misma profesión. No voy a poner aquí sus nombres, pero ellos saben muy bien de quién hablo. Eran los que anhelaban el poder, ¡por fin se les hizo! Y poco a poco fueron desplazando a los pocos profesores neutrales o regulares que iban quedando, incluyendo al mismo Director. Muchas décadas después, sabía yo que el Dr. Sarabia pasaba con cierta frecuencia cerca de mi consultorio, y me daban unas ganas inmensas de platicar con él (todavía me gustaría) ya sin animosidad, de inquirirle sus razones para haber hecho lo que hizo, siendo el tan inteligente. Ha de haber tenido razón en parte, porque en la vida siempre es así: las cosas nunca son en blanco y negro, sino en technicolor y con muchas gamas de grises.

Regresando dos párrafos, eso produjo un hecho insólito y perverso: el Presidente Electo de la ADM estaba corriendo de la ENO a los profesores distinguidos de esa misma agrupación. Mal aconsejado, tal vez en algún momento de enojo supremo, de frustración, renunció a sus cargos en la ADM y en la Academia Nacional de Estomatología.
En la ADM tuvo que elegirse un Presidente que lo sustituyera, que afortunadamente fue el Dr. Jorge Alemán Muciño (quien organizó con mucho éxito el único Congreso Nacional e Internacional de la ADM fuera de la Capital del país, en Guadalajara, Jalisco) y el Director y sus adláteres no tuvieron más remedio que fundar el Colegio Nacional de Cirujanos Dentistas (CNCD) para tratar de contrarrestar a la ADM, con los profesores de la escuela incondicionales a ellos. No lo lograron. Este  Colegio, ahora, es afortunadamente ya otra cosa.

Más o menos al mismo tiempo, en el año de 1967, hubo que protocolizar la fundación de la
Asociación Dental del Distrito Federal, AC, Colegio de Cirujanos Dentistas, porque era el Colegio “estatal” que faltaba en la ADM para que ésta fuera verdaderamente nacional: había una asociación por cada estado, y en algunos casos, como lo es ahora, había Asociaciones regionales. Su primer Presidente fue el Dr. Enrique C. Aguilar, quien ya había sido Presidente de la ADM. Fuente: (http://books.google.com.mx/books?id=2TWaAAAAIAAJ&pg=PA210&lpg=PA210&dq=Dr.+Jesus+Sarabia+Aguilar+dentista&source=bl&ots=fg_Yjd3NfK&sig=4uEfRXYuaCN35kqE-b7U0FHp_ik&hl=es&sa=X&ei=vfw_VO-SMOac8QGtoYB4&redir_esc=y#v=onepage&q=Dr.%20Jesus%20Sarabia%20Aguilar%20dentista&f=falseverdad). Antes de que la ADDF existiera, los mismos dentistas del DF eran los dirigentes de la odontología de todo el país y no había ningún problema. Fue en ese entonces cuando la ADM tuvo grandes cantidades de socios y mucha honradez entre sus dirigentes, que aceptaban los cargos como honoríficos y traían la camiseta bien puesta.

No había envidias entre los estados y el DF (esas son recientes, y a mi juicio, causadas por malos Presidentes). Ese tipo de animosidad y odio-envidia sólo debe darse entre equipos deportivos, no en una institución gremial profesional con la calidad y antigüedad de la ADM. Es inaudito políticamente hablando. Imagínense a los Diputados o Senadores de los estados sintiendo (y mostrándolo) envidia de los del D.F. Todos son iguales (para bien o mal). Pero eso sólo sucede cuando la gente sabe verdaderamente de política.

Poco a poco, fueron separados de sus cargos más de 60 profesores de los buenos, siendo reemplazados por elementos no siempre idóneos, pero siempre leales al Dr. Sarabia y a su grupo. Llegó el momento en que un mismo “profesor” daba “clases” de hasta 5 ó 6 materias diferentes. ¡Esos sí eran todólogos! Naturalmente, dedicaban todo el tiempo a la ENO y eso solamente les debía haber impedido tener prácticas clínicas exitosas.

Aspectos de la "pinta" de la
ENO. Abajo, R. Magallanes,
Raquel Zagorín, Rbén Malpica
en camino a Rectoría.
Foto del autor, 1968.
Muchos alumnos estábamos descontentos con esta situación: no nos estaban preparando correctamente. Tuvimos pláticas con el Director y con las autoridades universitarias de nivel intermedio sin tener éxito en ellas, Llegamos a apelar hasta la Junta de Gobierno de la UNAM, pero les pareció poca cosa nuestro problema, o esa impresión nos dieron (ya no hay ningún miembro de esa Junta). Por ello un grupo de nosotros decidimos hacer púbica esta actuación injusta y decidimos ocupar la Escuela.

La madrugada del 1º de abril de 1968, once alumnos de 4º año y 5º años, sin hacer uso de la violencia, entramos sin violencia a la ENO y la cerramos, esperando que de un momento a otro nos fueran a sacar a golpes los alumnos o los esquiroles afines al grupo contrario.
Aspecto del patio de entrada a la ENO, 7 AM, abril 1, 1968.
Nunca lo hicieron, hasta el día negro, meses después,  en que el director y algunos profesores entraron a la escuela golpeando a nuestras compañeras. Entonces sí nos hicieron caso las más altas autoridades universitarias, empezando por el nuevo Rector, del que fui gran amigo, el Ing. Javier Barros Sierra, con su Secretario General, el Lic. Fernando Solana y su Director General del Profesorado, el joven licenciado Miguel González Avelar, entre otros.

Esa madrugada, llevábamos una sudadera negra a la que habíamos pegado tela adhesiva en la parte superior de los brazos para reconocernos entre nosotros. El vigilante de la escuela nos permitió la entrada sin grandes aspavientos. Algunos de los compañeros con pintura blanca en aerosol hicieron pintas en las paredes exteriores de la Escuela exigiendo la renuncia del director. Nadie escribió nada ofensivo ni malas palabras. Éramos simples estudiantes universitarios a los que se nos regateaba una buena preparación.

Suena extraño en estas épocas actuales que entonces exigiéramos más estudio, mejores profesores, más calidad en la enseñanza y en la práctica de la misma, pero así fue.

Al otro día, empezaron a llegar los alumnos de la mayoría silenciosa. Muchos se nos agregaron. Aceptamos sólo a aquellos que sabíamos apoyaban nuestra conducta. Tuve que salir a explicarles por qué habíamos tomado esa decisión que debía ser para mejoramiento de todos los alumnos y creo que lo entendieron. Recuerdo que de los nervios tenía la boca tan seca que no podía hablar, hasta que uno de los alumnos a los que me iba a dirigir me ofreció una pastilla de menta y empecé a salivar. Nunca más he tenido ese problema.
El autor haciendo uso de la palabra, Nótense la sudadera
y las marcas blancas en los brazos. Abril 1, 1968.
Empezaba la huelga de Odontología del 68, que luego todo el mundo político quiso aprovechar para “jalar agua a su molino” porque sabían o adivinaban que se venía un movimiento más grande. Tengo volantes y recortes tremendos de los periódicos de aquella época. Unos meses, después—el 26 de julio, en la Ciudadela— empezaba el movimiento nacional del 1968 que habría de rebasar al nuestro. Fue como una ola gigantesca que engulló el problema en Odontología.

El Rector Baros Sierra y su Gabinete encabezando
una marcha silenciosa en 1968.
Les recomiendo la lectura de un libro de Luis González de Alba, dirigente de la Facultad de Ciencias (que estuvo por ello largo tiempo en prisión), llamado “Las mentiras de mis maestros” e donde viene la mejor recapitulación de ese movimiento del que ya nadie se acuerda correctamente. La versión de González de Alba es la más cercana a la realidad que viví.

Y listo. A partir de la semana que entra trataré de tocar temas más festivos y útiles. Muchos saludos.







www.gaceta.unam.mx/index.php/gum60/article/download/5436/5434

miércoles, 3 de septiembre de 2014


Historia de la Odontología en México 1965-2010


Dr. Manuel Farill


Blog 10


Tengo ante mis ojos la foto de mi generación 65-69 de cuando cumplimos 25 años de recibidos. Aquí puse unas fotos parciales de la foto, que no salieron muy bien, porque la foto está pegada al vidrio..  Creo que la fiesta, una comida, fue en un jardín en Tetelpan, arriba de la Calzada del Desierto de los Leones. Ya todos nos vemos creciditos, no como en las fotos que he venido poniendo en estos Posts. Ya el Dr. Pedro González Huerta empezaba a peinar canas, y a muchos de nosotros los varones se nos empezaba a notar que lo que perdíamos de cabello lo ganábamos de panza: “embarnecimos”, como decían las mamás y abuelas—símbolo de que no nos iba mal, a pesar de que acababa de pasar la crisis del 93-94.  

Una parte de la Generación a los 25 años

 O como decía Fernando Lagunas: a algunos el rostro se les iba “haciendo” como la gasolina: cada vez más cara De las muchachas, ni hablar, todas bellas y glamorosas, pero algunas ya con algunos kilitos de más. Y, desde luego, podemos apreciar en la foto el espectáculo que disfrutaban los profesores, porque casi todas ellas gustaban de sentarse en la primera fila de las aulas.


Desde luego que en esta foto no está toda la Generación, sino solamente 69 de nosotros, como número mágico y sexy.
Velia Ramírez Amador


Virginia Landeros Ca 68
Recuerdo que de aquél salón de primer año, en 1965, salieron buenas amistades. Hice una relación escrita de quiénes se juntaban con quiénes y descubrí que el grupo de las muchachas estudiosas, las que se sentaban hasta adelante y eran muy guapas, estaba conformado por Marcela Vivanco, Velia Ramírez Amador, la regiomontana Vicky Rodríguez , Alba de Dios, Cecilia Villegas y María Eugenia Sánchez Olivar. 
Otra vista de la Generación a los 25 años
Había más compañeras guapas, pero éstas que menciono eran las que se sentaban hasta adelante. Más compañeras: Esperanza Ortiz Gea, ahora exitosa psicóloga, aunque ejerció le endodoncia muchos años, eran muy amiga de Cristina Nieto Carreón y de Georgina González Hermosillo. Martha Collado se juntaba con todas y todos, pero en especial con Roberta Collado sin que hubiera parentezco entre ellas.

Eli Fregoso estaba en el otro grupo y siempre ha sido muy guapa y muy simpática. Mireya Feingold, ahora con muchos grados académicos, sigue siendo profesora en la Facultad. Nos sentábamos juntos en la clase de los sábados del Dr. Enrique C. Aguilar, porque nos sentaban por orden alfabético. Nos hicimos muy buenos amigos.

Virginia Landeros era una súper amiga (lo es todavía). Años más tarde fui profesor de su hermana menor en Unitec. Vicky es una gran dentista que aún practica la profesión. Ella casó con un médico otorrinolaringólogo muy cuate y muy profesional, Víctor Reynoso. Judith Gómez (que sigue estando muy guapa) y Tere Cordero (lo mismo) han sido como los buenos vinos: cada año están mejor. Veo muchas caras conocidas, y puedo decirles que entre todos ellos me siento como si tuviera 25 años, porque nos conocimos bien y cuando todos éramos pobres y sin tener pretensiones ridículas ni presunciones tontas. Cuando me encuentro a mis compañeros (pocas veces) en congresos o en las exposiciones comerciales que tanto abundan en México, los sigo viendo como los amigos afectuosos, desinteresados, idealistas que alguna vez fuimos.

Alba, Hilda, Marcela, 1969
Para finales de 1965 hubo una “poda” de elementos, porque algunos no pudieron pasar algunos exámenes y tuvieron que repetir (omito nombres y la verdad ya ni me acuerdo). Durante el año, tuvimos la costumbre de celebrar los cumpleaños de los profesores haciéndoles una fiesta, en la que algunos hacían alguna “gracia”. Por ejemplo, yo dizque cantaba a capella “Marea Baja”, Fernando Lagunas y Carlos Bellamy tocaban la guitarra (luego acabamos cantando juntos, como debía ser), Tere Cordero bailaba y alguien recitaba. Éramos buenos chicos. Todavía no estábamos maleados. Algunos todavía no lo están.  ¡Qué bellos tiempos!

Les recuerdo que necesito nuevas fotos de aquellos grupos, matutinos y vespertinos. Pueden enviarlas por correo electrónico a drmfarill@gmail.com   Mándenme sus comentarios a este mismo lugar.
Los invito a que lean mis libros sobre Mercadotecnia Odontológica y sobre Tips Clínicos y Mercadotécnicos usando los mejores materiales para mí. Informes en el 55-5550-8888.

Nos vemos en quince días.



miércoles, 20 de agosto de 2014

Confi-Dental

Confi-Dental

La Historia de la Odontología en México 1965-2010

Martes 19 de agosto de 2014
Dr. Manuel Farill Guzmán

Parte 9


Mientras nosotros nos la pasábamos bien, hacíamos amigos, aprendíamos y trabajábamos arduamente, había muchas fuerzas en el país que se movían con intenciones oscuras para que México nos avanzara o bien para que México se adaptara a nuevos líderes, que no merecían a México. Aquí tienen una foto de las bellas compañeras de mi grupo.
Lourdes, Marcela, Ma. Eugenia, Alba y Vicky, Gen 65-69, ENO, Ca 1968
Foto del autor
Espero que del otro grupo matutino me envíen fotos, que tendrán su crédito.
 

Siempre he tenido la idea de que mi país, nuestro país, ha merecido mejores hombres que los que le han tocado para dirigirlo. Tal vez sean magníficos elementos, pero a la hora de echar a andar las cosas, a la hora de la verdad, les falta valor civil y prefieren ver por sus intereses y por los de su grupo que por el bienestar de la Nación, para qué nos andamos con cuentos. 



Bueno, pues en México las elecciones presidenciales serían hasta 1970, pero los demonios andaban sueltos y se habían adelantado. Especialmente el grupo del Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez,
Lic Luis Echeverría A.,
Srio. de Gobernación
 
quien tenía enfrente especialmente a Emilio Martínez Manatou (abuelo del actual “Niño Verde”) que era Secretario de la Presidencia y al Lic. y Gral. Alfonso Corona del Rosal, Jefe del Departamento del DF (aún no había Jefe de Gobierno). Eran nombrados otros dos o tres, pero ninguno tan fuerte como los tres que mencioné. Naturalmente, el secretario de gobernación era el más poderoso y el que tenía bajo su control a la policía política y a los servicios de información. El Rector de la UNAM era considerado como pieza clave en esta competencia, y tenía que ser incondicional del Presidente. ¿Y entonces dónde podía quedar la autonomía universitaria?


Mundialmente, entonces los estadunidenses peleaban a la sorda con los soviéticos (y uno de sus campos de acción importantes era nuestro país), peleaban también en Vietnam, se acercaban los Juegos Olímpicos de 1968 que hacían que los ojos del mundo estuvieran puestos sobre México, los médicos, sobre todo los del ISSSTE querían aumentos en sus salarios e hicieron una huelga, el mundo estaba en caos, y, para acabarla de amolar, los precandidatos del partido estaban ávidos de llamar la atención del Gran Electorel Presidente, quien siempre decía que había consultado a los “sectores del partido” previamentepara que los nombrara tapados.
"El Tapado"
según el celebre Abel Quezada


Para aquellos de ustedes muy jóvenes como para saber quién era El Tapado: ese nombre se le daba al Secretario de Estado entonces no contaba como miembro del Gabinete el Jefe del Departamento del DF, después de todo era un simple jefe de departamento y los otros eran secretarios de estado, es decir, los especialistas nombrado libremente por el Presidente en un tema particular: comunicaciones, agricultura, finanzas, etc.que sólo el Presidente sabía que sería designado por él como su sucesor, al destaparlo. Y como al destaparse se convertían en Presidente, con un poder omnímodo, estaban dispuestos a hacer lo que fuera por lograrlo. Sólo contaba un partido en México, uno que estaba en el poder con diferentes nombres desde 1928 y que no lo había hecho malhasta entonces al construir este país, que estaba en la fase final de lo que se llamó el “desarrollo estabilizador”, que fue un modelo económico utilizado en México entre los años 1952 y 1970. Las bases de este modelo radican en buscar la estabilidad económica para lograr un desarrollo económico continuo.
El periodo en el que se manejó el modelo mencionado, y en que Mexico creció a más del 5% anual, abarca los sexenios de Adolfo Ruiz Cortines,
Lic. Adolfo López Mateos,
Presidente 1958-1964
el más popular del Siglo XX
Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Se decía que “sólo de entre los Cardenales (secretarios de Estado), podía salir el Papa” y el Jefe de Gobierno del DF no era Cardenal.
 

También la profesión mexicana estaba agitada. Había dos grandes agrupaciones gremiales: la que agrupaba a la mayoría de los dentistascomo debería de sery proveía la fuerza, era la Asociación Dental Mexicana, que debe haber tenido unos 6 mil miembros en el país. También había la que agrupaba a lo mejorcito de los dentistasconstituida a imagen y semejanza de la Academia Nacional de Medicina y preparada para ser organismo consultor del Gobierno Federalera la Academia Nacional de Estomatología, que tenía unos 60 miembros agrupados por especialidades. Ambas eran aliadas y formadas más o menos por los mismos profesionales.


Además de ellas, había un cargo importante en toda la República: el ser Director de la Escuela Nacional de Odontología, que desde 1942 había recaído en miembros de la ADM (no había otra agrupación nacional) y hay que recordar que en 1965 sólo habían unas cuantas escuelas regionales o estatales, entre las que recuerdo Jalisco, Yucatán, Puebla y Nuevo León,
y puede ser que se estuviera formando la del estado de Veracruz (el eminente Dr. Samuel Fastlichtprimer ortodoncista con postgrado en México y padre de mi amigo el excelente Dr. Jorge Fastlicht—en su estupenda obra “Bibliografía Odontológica Mexicana”,publicada en 1954 habla sólo de las primeras cuatro, además de la Nacional). Entonces, el que era Director de la Escuela de la UNAM era el que tenía la sartén por el mango, como se dice.

 

 


El ser Presidente de la ADM, Presidente Electo de la ANE y Director de la Escuela simultáneamente sólo lo había logrado en sus tiempos el Maestro Ignacio Reynoso Obregón, quien ya proyectaba desde entonces el transformarla en Facultad. Pero en la Escuela, enquistados desde hacía mucho tiempo había 11 profesores (no voy a mencionar sus nombres), que eran los más mal preparados y retrógradosimpermeables al cambio y a los avancesy eran conocidos por todos como “el grupo de los once”. Desde luego que estaban unidos para conservar sus puestos, que eran su modus vivendi, ya que ninguno era exitoso en sus consultoriosde hecho, varios de ellos no tenían consultorios, o los tenían alquilados porque ellos no ejercían o se dedicaban a otras actividades. Por conservar sus ingresos eran y fueron capaces de todo.
Escribo esto porque hay que situar el contexto en el el que se desarrollaron los siguientes años de la odontología en México. Mientras nosotros estudiábamos, había mentes maquiavélicas conspirando contra la paz en el país y contra la UNAM. Y si se quiere, en contra de la profesión odontológica organizada luchando por el control de la Escuela. Además, ¿qué pasó con el Movimiento Médico? En la próxima entrega seguiré con la vida en la ENO. Y vienen más fotos. Ayúdenme enviándome sus fotos a mi correo drmfarill@gmail.com

miércoles, 13 de agosto de 2014


Confi-Dental
Miércoles, 13 de agosto de 2014
La Odontología en México de 1965 a 2010
Dr. Manuel Farill Guzmán
PARTE 7
Todo ese año de 1965 sirvió no sólo para aprender de los profesores, sino también para conocernos entre compañeros. Así se fueron formando grupitos: los de las chamacas que se sentaban hasta enfrente de la clase, la de los matados y matadas; los que gustaban de los deportes; los que echaban relajo, los que no daban una. De igual manera, empezaron a hacerse parejas: que fulano “andaba” con menganita (o viceversa).

El grupo con el que yo me juntaba con mayor frecuencia era uno de mucho relajo, pero de mucho estudio. Parecía o era el Club de Tobi, porque estaba formado por hombres: Joaquín Zavala, Jaime Villaseñor, Raúl Cameras, Raúl Castro, Armando Salmón, Rubén Malpica, Aurelio Ortiz Haro, Roberto Magallanes (en su casa y en la mía nos reuníamos a estudiar materias de esas que nos hacían desvelarnos, como las Ciencias Básicas), Armando Mafud, Carlos Bellamy Haro—un serio estudiante hijo de amigos de mis padres—, y Fernando Lagunas, quien era súper ocurrente. Me da gusto ver que ahora todo ellos son profesionistas de súper primer nivel, con muchos grados académicos, con cátedras famosas, con conferencias en México y en el extranjero, con libros publicados, con prácticas profesionales exitosas. Esto me hace ver que me junté con ganadores.  Eso no quiere decir que no lleváramos buena amistad con los demás, sino que nos conformamos como en una cofradía. Dejen que les cuente una primera impresión de ellos y no se dejen engañar, el que narre en tiempo pasado no significa que ya no sean así, sino que ahora son mejores personas y excelentes dentistas:

Roberto Magallanes vivía en el sur de la ciudad. En el Post anterior hay una foto de él junto con Rubén Malpica. Nos hicimos muy buenos amigos, y no era difícil, porque él era inteligente, juzgado “carita” por las muchachas  y con un buen sentido del humor. Su padre, Don Alfonso, era un dentista de renombre al que le iba muy bien (entonces les iba bien a los buenos dentistas) y su madre, una señora muy bonita y amable, nos atendía muy bien cuando visitábamos su casa, en Barranca del Muerto. Vivía con sus hermanas y un hermano mayor.  Tenía un auto antiguo verde botella muy bien cuidado. Cuando íbamos a su casa siempre nos convidaba yogurt natural que hacían en su casa (que todavía no se vendía profusamente como ahora), que es un producto de la fermentación de la leche producida por bacterias benignas. Si se lo pedíamos, nos regalaba Bacilos búlgaros (así llamábamos a las bacterias yogúrticas).

Una vez me regaló una dotación de éstas, seguí sus instrucciones y, como los bacilos se reproducían a la velocidad de los mexicanos, pronto tuve tanto yogurt que no sabíamos en casa qué hacer con él. No me acuerdo qué les pasó a esos bacilos. En su casa conocí, mediante la TV a un boxeador que entonces iniciaba su exitosa carrera: Cassius Clay, quien con el tiempo cambió su nombre y religión por Mohamed Alí y luego fue campeón mundial indiscutible muchos años: no había quien pudiera con él. Era emocionante ver a Cassius porque no he vuelto a ver a nadie como él en ese peso. También vimos peleas de box de mexicanos, que eran buenísimos en sus respectivos pesos. Pero más me acuerdo de las desveladas de campeonato que nos metíamos antes de exámenes difíciles, como los de Anatomía en aquel año. En años subsecuentes nos desvelábamos también—tanto, que de su casa nos íbamos al examen y luego a desayunar a algún Sanborns—estaba de moda el de Tlaxcala e Insurgentes Sur, a unos pasos del reconstruido Cine de Las Américas, que unos años antes había sido destruido por adolescentes cuando proyectaban la única película de Elvis Presley que pasaron en México (precisamente por esa razón). Desde estudiante, Roberto tuvo una gran facilidad para la odontología, con unas manos muy eficientes y veloces. Sin duda fue uno de los mejores de este grupo. Ahora sigue siendo un gran dentista y rehabilitador.

Carlos Bellamy Haro, hijo de padres que eran grandes amigos de mi madre, resultó que era seleccionado olímpico y campeón nacional de 400 metros planos. Era un muchacho muy espigado, pero duro como el concreto. Pronto nos enteramos que era un gran guitarrista—le había enseñado su padre, un ingeniero químico muy serio— y que sabía canciones bellísimas de las que yo ni había oído hablar. Con él empecé a cantar boleros  y canciones románticas. 
En casa de Yolanda Federico, ella, ´
Carmen Chávez, Gustavo Román (QEPD),
y Carlos Bellamy tocando la guitarra.
Foto del autor, Ca. 1966
Hacíamos un buen dueto. Debo advertir que aunque en esa época rockanrolesca me convertí en bohemio y dejé a un lado a los grandes conjuntos extranjeros que había en esa época, yo ya había escuchado de mi hermano mayor muchas canciones románticas. Mi hermano Hugo me ha contado que cuando yo tenía tres o cuatro años le pedía que me durmiera cantando “muñequita linda”.

Con Carlos hemos seguido una amistad que ya está cercana a los 50 años. Él se casó con una compañera nuestra que ahora es psicóloga clínica y que cantaba muy bien. Siempre he pensado que todo dentista tiene una parte artística que debe explotar, ya sea en forma personal o comercial: escultura, pintura, dibujo, música, baile, actuación, literatura, etc. forman parte de ser dentista. Y ahora, cineasta o fotógrafo que son, entre otras, las nuevas bellas artes. Carlos Bellamy y yo dimos clases en la UNITEC desde que ésta se fundó, en 1969/1970. Ahora resulta que él es el Decano de los profesores de esa Universidad. ¡Cómo pasa el tiempo! Allá por los sesentas llevamos serenatas, hicimos un grupo bohemio en el que nos juntábamos a cantar y a divertirnos en casa de amigos (señaladamente de Yolanda Federico Arreola, una tijuanense agradable y bien plantada). En una de esa reuniones bohemias, años más tarde, me le declaré a mi ahora esposa Marcela Vivanco la noche de un 6 de octubre, el mes de las lunas hermosas. Afortunadamente me dijo que sí. De eso hablaré cuando lleguemos a 1967.

Aurelio Ortiz Haro, Marcela
Vivanco y Fernando Lagunas
en un Congreso ADM, en el
IMSS. Foto de Fernando Lagunas
Ca. 1967
Fernando Lagunas merece un párrafo aparte. Muchacho sano, moreno, de pelo ondulado y muy inteligente y muy gracioso. De Peralvillo. Como buen peralvillense, tenía un ingenio enorme para los juegos de palabras, para el chiste ocurrente, para la imitación de personajesimitaba a los maestros como nadie (basta con recordar su imitación de Nava Segura) y a muchos compañeros y compañeras. Tocaba la guitarra también, más modestamente que Bellamy, pero era entonado y no le huía a la cantada. Era entrón, podía uno confiar en él, y le gustaba el fútbol. Siempre estaba inmaculadamente limpio y llegaba temprano a clases a pesar de la gran distancia que había de su casa a la CU.  Le caía bien a todos. Era un muchacho muy popular, no sólo en nuestro grupo, también en el otro grupo matutino. Tenía un gran don de gentes, lo que ahora se llama “inteligencia social” o en inglés “people skills”. Fernando la “hubiera hecho” bien en cualquier carrera. Ahora que recuerdo a mis compañeros creo que éramos estudiosos, porque no recuerdo a ninguno que haya sido un fracaso. Con razón otro compañero de otro grupo nos dijomientras pulsaba las cuerdas de una guitarra cuando lo invitamos a ir a una conferencia: “No, gracias. A ustedes se les da bien eso del estudio, nosotros somos buenos para la flojera” (palabras más o menos).

Aurelio Ortiz Haro era un buen amigo y compañero muy educado. Su familia decía provenir del héroe Nicolás Bravo (él era Ortiz Haro y Bravo). Vivía en la colonia Narvarte en una casa muy grande en Dr. Vértiz. Era un estudioso nato y tenía muy buen sentido del humor. Era propietario de un Opel muy limpio, que era un auto muy conservador y popular en aquellos años. Era menudo, pero aguerrido y jalaba con todas nuestras bromas.

Rubén Malpica, el Flaco, era un jarocho tímido en aquellos años (luego cambió su carácter para mejorarlo). Era bastante serio, con gafas oscuras casi permanentes (ha de haber tenido algún problema ocular), muy delgado y narigón. Moreno claro, de cabello negro y lacio, tenía sus destellos de simpatía veracruzana y era muy serio en sus proposiciones. Eso no le quitaba que nos cobrara por modelar nuestros dientes en la clase de Anatomía Dentaldiez pesotes por el diente que fuera. Vivía en la calle de Anaxágoras, colonia del Valle, con su familia. Tenía, como podrá imaginarse, una gran facilidad para las cosas manuales. Era muy buena persona y un buen compañero, pero se enojaba con facilidad. Hay una foto de él en el Post anterior.

Raúl Castro Núñez, oaxaqueño de buena familia. Su padre era médico y su hermano mayor, Carlos Armando (muy buen cuate) iba dos años antes que nosotros. Raúl era un buen político (luego fue representante de nuestro grupo) y tenía muy buen humor. Con frecuencia nos juntábamos a estudiar en su depa (en la calle de Gabriel Mancera casi esquina Morena) porque vivía con su hermano y poseían un motor de banco, con el que pulíamos nuestras incrustaciones de metal K. ¡Cómo recuerdo, al pulir las de quinta clase, que de pronto se atoraban en la rueda de fieltro untada con rojo inglés, y se nos iban de los dedos. Sólo escuchábamos ¡clack! cuando caían al piso, pero era muy raro que las encontráramos. Claro, esto sucedía cuando faltaban unas horas para entregarlas puestas en un tipodonto como examen final. Raúl era un amigo querido por todos, y lo sigue siendo. Corrimos, con los demás, algunas buenas fiestas o parrandas. Si algún lector o lectora tiene fotos de Raúl  de esa época, envíelas por correo electrónico y le daré su crédito.

De  Armando Salmón podría escribir un libro, porque era un tipo excéntrico y fuera de lo común. Tenía el cabello café medio claro, lacio y rebelde y se lo mesaba continuamente. Era de tez blanca, tenía una nariz afilada y ojos claros, cejas abundantes. Era hijo de mexicano y estadunidense. Poseía un Opel muy descuidado. Era muy rudo en sus juicios de los demás y laxo en el propio.
Armando Salmón
Foto del autor.
 
Caminaba como con flojera y tenía una risa fantástica y contagiosa. Cuando se reía, su rostro se iluminaba. Tenía los dedos afilados, propios de un pianista, que no era. Sentarse en clase junto a él era una aventura, porque no se podía saber a qué hora se le iba a ocurrir decir una broma o hacer un disparate. Era un extraordinario amigo durante toda la carrera. El no se casó con una dentista. Qué extraño, ¿no?

Joaquín Zavala, el “Joaco”, era tijuanense. Esa denominación era para mí desconocida hasta ese tiempo. Hablaba muy buen inglés y el español estaba lleno de expresiones champurradas: “bato”, “morras”, “línea” en vez de frontera, “pistear” en vez de beber. Tenía un fuerte acento norteño del oeste y a veces usaba botas vaqueras con puntas de plata. Era muy mujeriego (su especialidad: las estadunidenses que acudían a la Facultad de Filosofía y letras en los meses de verano). Era alto, moreno claro, con cejas abundantísimas y dientes envidiables. Como buen norteño, era simpático y sincero hasta las cachas. Lo que decía, lo cumplía. Se juntaba con otros muchachos de allá mismo y a veces hasta con los sonorenses (no se querían mucho los tijuanenses con ellos).
Vivía en casa de huéspedes, de las que conocí varias. Le gustaba “pistear” y juntos y con otros cuates fuimos varias veces a sitios de norteños en la calle de Amsterdam, en Xola y Av. Universidad y en Venustiano Carranzaen esta última nos tocó una vez una batalla campal, de la que salimos bien librados por escondernos bajo una mesa para luego irla moviendo desde abajo hasta acercarnos a la puerta mientras volaban tarros y botellas de Corona. Cuando llegamos a la puerta y salimos a la calle, estaban llegando los policías. ¡Qué salvada nos dimos!  Fue también representante de nuestro grupo en algún año. Entonces, la carrera se estudiaba en cinco años, y no fue sino hasta 1967tercer añoen que los años se convirtieron en dos semestres. Era un muchacho serio y estudioso, aunque tenía su vena de relajo.

Jaime Villaseñor era un michoacano bien plantado, delgado y alto (atención: no había gordos entonces), moreno claro, de cabello ondulado. Muy serio, no dejaba de ser muy aguerrido con las damas y muy simpático. Dedicaba mucho tiempo al estudio. Era un buen amigo mío, y yo tomaba muy en cuenta sus juicios porque era sabio.

Armando Mafud era un mexicano de origen libanés muy agradable (lo es hasta la fecha). Era oriundo de Salina Cruz.  Con el cabello lacio y no muy alto de estatura, fue nuestro compañero más organizado. La hizo también de representante de nuestro grupo y tenía una risa tumultuosa (empezaba a reír y no había cómo calmarlo). En esos tiempos había mucho por qué reír. Vivíamos en una ciudad limpia, cosmopolita, segura, bonita, llena de cosas qué hacer y a la vez vivible por su tamaño y por el número de habitantes (unos 4 millones más o menos). El aire era respirable, podía transitarse en auto o “camión” rápidamente. Para que se den una idea, mi casa estaba en la colonia del Valle.
Trolebús en el Centro, Ca 1967
De ahí a CU, en el sur de la Ciudad, junto al Pedregal de San Ángel, en mi auto (tenía un Volvo blanco de cuatro puertas que me “prestaba” mi padre), hacía yo unos 8-10 minutos. La Avenida Universidad no era del ancho que tiene ahora, y sus camellones ocupaban más espacio. No había Metro por debajo de ella. Se cruzaba Rio Churubusco (que era un arroyo) a través de un puente que hacía saltar a los autos, pero había tramos despoblados en donde se podían hacer 100 kilómetros por hora… Bueno, a lo nuestro. Armando Mafud vivía con su hermano mayor en un  departamento adyacente a la Avenida Taxqueña (ahora M.A. de Quevedo) cerca del cruce con División del Norte.
Raúl Cameras Meneses,
Foto del autor, Ca. 2013
He dejado al final a Raúl Cameras Meneses, mi compadre, que era un buen muchacho de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Era de buena familia y tuve el gusto de conocer muy bien a sus padres, hermano Leopoldo (el hombre más feliz del mundo) y hermana menor Lupita. Estudió hasta la secundaria en su estado natal, uno de los lugares más bellos del país, y luego llegó a la ciudad (recuerdo que me platicó que se le salieron las lágrimas en el omnibús en el que llegó a la ciudad de México vía Calzada General Zaragoza, al ver el tamaño de la ciudad. Téngase en cuenta que era un muchacho de 15 años). Es de estatura regular, moreno claro, de cabello y ojos oscuros y sonrisa envidiable. Con un sentido del humor extraordinario y con excelentes ocurrencias constantes. Como buen chiapaneco, era muy valiente sin andarlo cantando. Tenía mucha facilidad para los deportes (de vez en cuando organizaban pequeños juegos de fútbol en el estacionamiento de atrás de la Escuela). Era de una inteligencia y simpatía extrema y jamás se rajaba de lo que decía. Posiblemente fue uno de los mejores estudiantes de este grupo, ya que tenía una gran inteligencia y una gran retentiva. Les caía muy bien a todas las muchachas del salón y de la escuela.

Dejaré para otro Post la descripción de otros grupos de compañeras y compañeros.


Reforma e Insurgentes, 1962
Pues, entre estudios,  las inolvidables disecciones en cadáver, prácticas muy interesantes de laboratorio, angustias por el rigor de microbiología, anatomía e histología y embriología nos pasamos el año mientras que nos íbamos conociendo. Fue mi peor año en la carrera, porque tuve 8 de promedio.  

Que yo recuerde  tuvimos dos compañeros que sólo estuvieron ese año con nosotros y luego dejaron la carrera: Luis Stern y una muchacha rubiecita de la que sólo recuerdo que se llamaba Leonor y que era  amiga de Georgina González Hermosillo y de Virginia de los Cobos, hija de otro renombrado dentista. Ojalá me refresquen la memoria algunos de mis compañeros. Recuerden que pueden dejar sus comentarios, sus porras o quejas al final de este blog.

Maestro Ignacio Chávez,
Rector UNAM 61-66
Mientras tanto, en la UNAM estaban cocinándose cambios para mal (según yo). Nuestro Rector era posiblemente el mejor hasta ese tiempo: el Dr. Ignacio Chávez. Había establecido el examen de admisión para quienes quisieran ingresar a la UNAM, vinieran de donde vinieran. Sus ideas eran extraordinarias, pero al implementarlas lo hacía sin vacilaciones, cosa que le ganó enemigos, como sucede con las personas inteligentes, rectas, honradas y que sin titubear persiguen el mejoramiento de las instituciones. A finales de ese año, el Presidente de la Sociedad de Alumnos de la ENO acudió a nuestro grupo para preguntarnos si estábamos de acuerdo con la manera en que el Rector llevaba a la UNAM, y aunque nuestro grupo nada sabía de eso, la mayor parte de los estudiantes de otras escuelas habían votado que “no”. Para quien quiera ver un enlace a la biografía del Maestro Ignacio Chávez, pueden hacerlo en http://www.colegionacional.org.mx/sacscms/xstatic/colegionacional/template/content.aspx?se=vida&te=detallemiembro&mi=98

De vez en cuando me daba mis escapadas y me iba a la Escuela de Ciencias Químicas a visitar a mis compañeros y a olfatear el aroma a ácido sulfhídrico de los laboratorios. Sentía cierta envidia al ver que ellos ya estaban en tercer año y yo apenas reiniciaba en primero. Entonces se decía: “Quien pasa primero y llega a tercero, ya es ingeniero”. Gracias a estas visitas aún conservo la amistad con muchos de ellos.

 

 

 

 

miércoles, 6 de agosto de 2014



 

 

Confi-Dental
Miércoles, 6 de agosto de 2014
La Odontología en México de 1965 a 2010
Dr. Manuel Farill Guzmán
PARTE 5
Una vez en 1965, estando en clase de Anatomía Dental con el maestro Esponda Vila, entraron a “saludarnos” unos muchachones que se andaban recibiendo o se acababan de recibir. Iban de traje. Uno era Roberto Justus—quien cursó simultánea y exitosamente las carreras de Odontología y Física Teórica—y el otro era Víctor Esponda, hijo del maestro. Víctor es un profesionista que ha llevado a su profesión con mucha dignidad y mucho orgullo. Recuerdo como si fuera ayer la facilidad con que Víctor modelaba, era impresionante. Por cierto que cuando nuestros modelados eran defectuosos, nuestro profesor, su padre, no sólo se burlaba de ellos, sino que los tiraba al piso y los pisaba para que no sintiéramos la necesidad de corregirlos: sólo aceptaba cubitos modelados por un solo lado. Era muy frustrante verlos destruidos en un segundo tras de haber estado modelándolos por horas o días, dejando nuestros ojos en ellos, como dicen de las costureras.

Por cierto que a mí ya no me tocó novatada en la ENO. Seguramente fue porque ya conocía a quienes hubieran sido mis “verdugos”. Recuerden que estuve con ellos el año anterior. La novatada era muy ligera, nada de rapadas. Lo mojaban a uno o lo llevaban a un pequeño espejo de agua que había en el parque frente a la Escuela, junto al CUC, y lo hacía a uno competir por llegar antes que los demás al otro lado tras rasparse el pecho contra el fondo de la “alberca”. Eso era todo. Las “perritas” no sufrían daño alguno. Era al revés de Ciencias Químicas. En primero de CQ éramos unos 120 varones y sólo había dos compañeras. En Odontología éramos como 50% cada género.

Cuando hablé de Anatomía Humana, quiero aclarar que entonces llevábamos el mismo plan de ciencias básicas que los de Medicina, así que esas materias —Anatomía, Histología, Fisiología, Microbiología, Bioquímica, Farmacología, etc.— eran rudas, pero muy necesarias para nuestra integración como médicos de la boca. En lo particular yo disequé varias regiones en un cadáver muy bien preservado por cierto: región glútea, región plantar, articulación témporomandibular, anterior del muslo, etc. El coco era la región dorsal de la mano con tantos huesitos, inervaciones y vasos. Puede ser que por ello cuando recibíamos el Título Profesional era indispensable registrarlo ante la Dirección General de Profesiones de la SEP y, saliendo de ahí, en la Secretaría de Salud (se llamaba Salubridad y Asistencia entonces), con lo cual podíamos recetar fármacos controlados. Los de mi generación y una o dos generaciones posteriores todavía podemos hacerlo. Luego vino el maldito cambio en el plan de estudios y volvieron a las épocas prehistóricas de hacer los estudios de odontología de sólo 4 años de duración, cosa que afortunadamente sólo permaneció unos 10 años.

El Maestro Acosta, un gran maestro que se sabía la anatomía humana al dedillo y la recitaba mientras miraba al techo ya lo habíamos invitado meses atrás a comer (y beber un poco) para “irlo ablandando”—no sirvió el consejo y él maestro siguió siendo un gran hombre—, siguiendo el consejo de nuestros compañeros mayores.  En el examen final de Anatomía Humana, que era oral (mis favoritos, porque podía uno defenderse y echar verbo), y en el Anfiteatro me dijo:

—A ver, Flaco Farill, sácate una ficha…—lo hice de un frasco esférico, como pecera, y afortunadamente me tocó una que sí me sabía bien. Efectivamente: era yo un flaco y alto, pero tenía piernas gordas. No me fue tan mal: saqué 7, que era muchísimo para esa materia.

Dr. Zacarías Esponda Moguel
Rubén Malpica, compañero nuestro,  cobraba por modelar nuestros dientes en Anatomía Dental, pues tenía una gran facilidad para hacerlo, pero no era el único. Lo que sucede es que esa materia es inmensamente árida, y cuando la tomamos, en primer año de la carrera nos parecía inconexa, no podíamos aplicar lo que aprendíamos. Y todos sabemos lo que sucede en esos casos: lo aprendido se olvida, no así cuando la práctica se lleva al mismo tiempo que la teoría. El profesor, el Dr. Esponda Vila era un chiapaneco agradable, educado y de gran prosapia, pues su padre también había sido un dentista señero, el Dr. Zacarías Esponda Moguel, quien con su ejemplo y profesionalismo le enseñó a querer devotamente a la profesión odontológica. El Dr. Zacarías Esponda nació en Chiapas en 1875 y se graduó como Doctor en Cirugía Dental (DDS) en el año de 1899 en la Universidad de Pensilvania, Filadelfia, EEUU. Fue el primer profesor de Prótesis Estética que utilizó porcelana en la Escuela Nacional de Odontología, UNAM, de 1926 a 1933. El hijo de mi profesor, el Dr. Víctor Esponda Gaxiola es un dentista de alto nivel, casado con mi amiga la Dra. Lourdes Aguilar, quien es una notable profesionista. Entre ellos ya han producido más dentistas.

El Dr. Armando Bayona González, microbiólogo con un extraordinario currículum profesional, tenía una extraña manera de calificar por medio de percentiles (que nunca he vuelto a ver). El que sacaba la mejor calificación tenía 10, aunque sólo hubiera contestado acertadamente digamos que el 70% de las preguntas, y de ahí para abajo, cada vez la calificación iba siendo menor. Cuando nos dio clases era un maestro muy exigente y podría decir que hasta severo. Hablaba con un leve dejo tabasqueño (se comía algunas letras “S”), era blanco, rubio y de ojos verdes. Sin embargo, sufrió un terrible accidente que lo dejó lastimado permanentemente de una pierna o de la cadera. A partir de ahí, su carácter se dulcificó y se volvió más accesible y agradable para sus alumnos y para los que lo habíamos sido. Fue un buen maestro, quien gozaba no sólo de dar clases y ofrecer conferencias en la ADM, sino que se volvió asistente a esta última Asociación, que entonces estaba ya en Ezequiel Montes 92, Col. Tabacalera. Era muy coqueto con las muchachas, a quienes hablaba con florituras, aunque las calificaba con justicia. Tuvo unas ayudantes que nos ayudaban en el laboratorio de microbiología, pero por más que le hago la luchas no puedo recordar sus nombres. El Maestro Bayona nos enseño eso de que: “Mira, te presento a dos amigas: Cándida albicans y Neisseria gonorrea…”, que mencionaba mi compadre Raúl Cameras entre risas.



El Maestro Eduardo Ortega Zárate (hay una foto de él en el post pasado) era un tipazo. Joven—tendría unos 38 años—, delgado, bien parecido, exitoso, con el cabello oscuro rebelde por naturaleza y bien vestido, era muy serio en sus clases. De vez en cuando sonreía, pero no abusaba de ello. Sin embargo era un magnífico profesor—de esos con gran capacidad didáctica y que no se ven a menudo desafortunadamente—y nos brindaba todos sus conocimientos sin cortapisas. Como ya he dicho, acababa de regresar de una beca en la Universidad de Indiana (oficialmente Indiana University School of Dentistry (IUSD)) y sabía todo respecto a materiales dentales y operatoria dental. Recuerdo que Roberto Magallanes  lo admiraba mucho y una vez me dijo algo críptico: “Yo me conformaría con saber lo que al “Gallo” se le ha olvidado”.
Rubén Malpica Domínguez y Roberto
Magallanes Ramos frente a la casa del
segundo. Foto del autor, Ca. 1968.
Años después, Roberto Magallanes se fue a estudiar a la Universidad de Indiana, y de ahí salió la moda de que otros muchos dentistas mexicanos, alumnos de estos buenos profesores, acudieran a especializarse allá. El Dr Ortega, Lalo, era amigo de mi familia, y mío personalmente, porque era compañero de estudios de mi hermano Luis, quien nos enseñó que desde joven le llamaban “El Gallo”. En la escuela era mi profesor, pero fuera de ella nos hablamos de tú. Me dio una vez una lección al tratarme con igualdad: por ahí de 1975 o un poco antes llegaron a México los silicones como materiales de impresión, y yo tuve la audacia de hablarle por teléfono para preguntarle qué material estaba usando él para tomar impresiones. Con toda naturalidad, sin hacerse del rogar, me dijo: “Optosyl con Xantopren” (masilla y rectificador, lo último en ese tiempo)

y me dio sugerencias para usarlo con seguridad. Desde entonces, en mis cursos aconsejo a mis alumnos: “si algún dentista no quiere compartir sus técnicas con ustedes, abandónenlo, porque seguramente es un prepotente que no merece el honor de tener su amistad”. Y lo sigo diciendo. Lalo Ortega me lo enseñó. Ahora, su hijo, el Dr. Luis Eduardo Ortega Cuéllar ejerce la profesión, seguramente con la pasión de su padre.

Ustedes se preguntarán: “Manuel Farill a veces habla de profesores y a veces habla de Maestros (con M mayúscula). ¿Por qué lo hará así? ¿Serán sinónimos esas dos palabras?” Y aún cuando mucha gente las confunde, mi explicación es muy sencilla: profesor es quien te enseña bien o mal una materia. Pero Maestro es quien te enseña a actuar profesional y socialmente con el ejemplo de su vida y de su manera de llevar a la profesión.
Expresidentes de la ADDF: Ca 1990, de izq a der: Dr. José Cervantes
Vidal (también expresidente ADM), Dr. José Kuri, el autor de este Blog,
Dr, Carlos Rosas y Murguía (QEPD) y Maestro Dr. Raúl Espinosa
de la Sierra.

Como ustedes pueden darse cuenta, son muy diferentes en dimensión humana. El primero te marca un semestre o un año y luego sus conocimientos se vuelven viejos. El segundo te marca para toda la vida, y te hace cambiar tu conducta y a veces tu destino. Aún así, a muchos profesores no los llegué a conocer a fondo. Porque aunque todos somos humanos y tenemos defectos (aunque hay personajes que creen que ellos no), lo importante es transmitir todo lo que uno sabe, ser definido y defender los principios,  admitir que nunca se sabe todo y, sobre todo, ser congruente en la vida: hacer y decir lo que se piensa; y vivir de acuerdo a lo que uno predica.  En eso admiro al Che Guevara: dio su vida por una causa—cada quién puede pensar libremente si era buena o mala— en la que creía. Y esto precisamente ha hecho que ya no sean mis amigos algunos que alguna vez lo fueron. Resultaron no ser congruentes y ellos saben que yo sé que ellos saben —they know that I know that we all know—, como decía mi querido maestro el doctor Raúl Espinosa de la Sierra. Sigamos siendo congruentes.

Parte 6

EL MUNDO EN 1965 Y AÑOS CERCANOS

Les estoy platicando algunas cosas que suceden en la Escuela Nacional de Odontología de la UNAM, en la ciudad de México en 1965. Pero no se puede, ni se debe hablar de la historia sin dar un contexto de lo que se vivía y pensaba y hacía en aquellos años, así que empecemos por ver al mundo en los sesentas. Luego proseguiré con México en aquellos años, y luego con la Escuela.

Fíjense cómo hasta las más pequeñas cosas afectan a todos. Mucho de lo que estamos viviendo en la segunda década del Siglo 21, se inició en los años sesentas.  El mundo en aquellos años era caótico. Soviéticos y estadunidenses se peleaban por los países—por el mundo— de una manera más abierta que ahora.

No sé qué les hayan contado a ustedes sus padres o abuelos sobre la “guerra fría”, pero fue verdaderamente terrible.
Embajada de los EEUU en la ciudad de México
Los periódicos y la TV, el radio, constantemente nos recordaban que cada día podía ser el último de nuestras  vidas si alguien apretaba un botoncito rojo que enviara una misil guiado a tu ciudad, y México no era la excepción. Es más: podría asegurar que México era un importante centro mundial de espionaje (tipo Berlín o Londres), y eso explica el tamaño de la Embajada de EEUU (la más grande del mundo después de la de Londres, en aquellos años) y la de la URSS, en la Calzada de Tacubaya.

Ahora que ese peligro ha pasado—pero no se ha acabado—, he visto los mapas con las ciudades que eran blancos de los soviéticos y en nuestro país había varias. Los EEUU y la URSS (todavía no había Rusia) eran implacables el uno con el otro, y eso hizo que el  mundo se polarizara: unos apoyaban a  los gringos—los capitalistas, la derecha y la iglesia—, otros a los soviéticos—los comunistas con sus muchas facciones—, unos por conveniencia y otros por temor. Y en la carrera espacial, recordemos que en 1957 la Unión Soviética toma la delantera en la carrera espacial al lanzar el Sputnik 1, primer satélite artificial. Cuatro años después, Yuri Gagarin 
Cosmonauta Yuri Gagarin
fue el primer hombre en el espacio. En 1969 como ya es sabido, los estadounidenses alunizaron a dos hombres en la Luna. Desde entonces, afortunadamente, ambos bloques han hecho proyectos conjuntos.

En otras partes del mundo, sobre todo en África, veinte países acababan de lograr o luchaban por su independencia, liberándose del colonialismo sobre todo de Francia, Portugal, Bélgica y la Gran Bretaña—ellos son los que enviaron a sus habitantes musulmanes y de otros colores a Europa—de donde legalmente eran ciudadanos—y ahora reclaman sus derechos. Lo mismo sucedió con colonias de Holanda, Gran Bretaña y de esos mismos países en Asia y el Caribe. En América Latina,  los ejércitos de varios países dan golpes de estado a sus gobernantes, dando pie a que surgieran numerosas dictaduras militares (de derecha, claro) en Brasil, Perú, Bolivia, Argentina. Unos años después, en Chile. Cuba apenas llevaba 9 años de aguantar a Fidel y ya se había rendido a los pies de la URSS en 1958—y  aunque ahora suene extraño, en aquel entonces tuvo sus razones para hacerlo.

Todo esto hacía que hubiera mucha  tensión  en el mundo. Era la llamada “Guerra Fría”, denominada así porque era una guerra pero no había disparos ni bombas, excepto en países pequeños o que “no importaban” a los grandes… o a la ONU. Para los que vivimos esa época—y pueden preguntarlo a sus padres y abuelos—, nuestras vidas y la civilización entera dependía de que nadie apretara ese famoso “botón rojo”
Misiles con bombas termonucleares
que lanzaría misiles con bombas termonucleares a casi todo el mundo (los blancos favoritos eran los EEUU, sus aliados de la OTAN en Europa y la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia).

Sin embargo, he visto mapas de las ciudades que hubieran sido blanco de ataques y en México había varias que hubieran sido bombardeadas. Por otro lado, muchas naciones estaban en guerra: 20 países africanos se liberaron del colonialismo, en Zaire y Nigeria hubieron guerras civiles tras de su “libertad”. En otros países, subieron al poder déspotas que acabaron con las finanzas y la organización que les habían dejado sus colonizadores, cosa que hizo que años más tarde muchos países sostuvieran guerras fratricidas muy sangrientas. En China, Mao-Tse-Tung ( en el poder 1949-1976) organizó grupos de estudiantes (Guardias Rojas) a los que les instruyó que destruyan todo aquello que fuera en contra de las ideas comunistas. Muchos chinos fueron asesinados y otros hechos prisioneros y gran parte de sus costumbres y cultura fueron desaparecidos.

Por si fuera poco, EEUU se involucró fuertemente en Vietnam (1965-1975), cuya parte del norte  estaba apoyada por la URSS y China Comunista. Por cierto que esta es la primera vez que un país pequeño y aguerrido derrotaba definitivamente a la primera potencia mundial, que optó por retirarse del campo de batalla, harta de las críticas muy fuertes que recibió de adentro y de afuera de sus fronteras, lo que hizo que muchos estadunidenses en edad de la conscripción—que entonces allá era obligatoria—huyeran de EEUU y se refugiaran en Canadá, Europa y México, que a su vez hizo que aquí se propagar el hipismo (de “hippies”), el “paz y amor” y la mariguana. En los años también 60 surge la “cultura joven”, avivada con la Beatlemanía—
y  con otros muchos grupos musicales—que invadió al mundo y contribuyó a estimular una revolución cultural y a  agrandar la brecha generacional. Recordemos que el mundo estaba habitado básicamente por gente joven.

En Europa, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (años 50) se consolida con el advenimiento de la Comunidad Económica Europea (1957). Es el primer paso de una unión económica y política de los países europeos para lograr una paz, y daría origen—años después—a la Unión Europea que ahora conocemos. En los sesentas todavía había dictaduras de derecha en Europa, señaladamente la de Salazar en Portugal (caería en 1974) y la de Franco en España, que caería en 1975.

EN EEUU se vivieron momentos muy duros—lo más cercano al estallamiento de la Tercera Guerra Mundial—en 1962 con la famosa “crisis de los misiles” (yo estaba haciendo el Servicio Militar Nacional), cuando los EEUU descubrieron mediante vuelos de aviones espías sobre Cuba que los soviéticos estaba emplazando misiles con capacidad termonuclear para atacarlos si hubiera necesidad. Y más peliaguda se puso la crisis con los asesinatos del Presidente John Kennedy en 1963, el de su hermano Robert (que ya iba que volaba para convertirse en nuevo Presidente) y del líder social y racial Martin Luther King (un hombre admirable) en 1968.

Por otra parte, se acababan de descubrir mucho mayores reservas de petróleo y gas en los llamados “países del Golfo (Arábigo)”, y empezarían las guerras por conquistar a sus gobernantes y a sus territorios (léase Guerras del Golfo I y II). Esto hizo que los árabes y algunos otros países, con excepciones como las de México y EEUU se unieran en la OPEP
y pusieran precios fijos y elevados al petróleo y sus derivados, lo que elevó el costo de la gasolina—y del trasporte—y desquició los precios de los bienes, causando, con el tiempo, inflación y devaluaciones y acabaron por lograr una híper-inflación mundial, de la que nuestro país no solamente no se salvó, sino que hizo que la pasáramos muy duro. No sólo México cayó en inflación y devaluaciones: todos los países del mundo las sufrieron, haciendo—claro y como siempre—que los ricos fueran más ricos, que los pobres fueran más pobres y que la clase media se achicara. El aumento de la gasolina hizo que subieran los precios de las materias primas y que se buscara construir automóviles más ahorradores, cosa que empezó el declive de Detroit porque los EEUU se tardaron en reaccionar a este estímulo y el boom exponencial de las automotrices japonesas y europeas (Honda, Nissan, Toyota, etc. y Volkswagen, Audi, Fiat, Seat, etc.).


Así  transcurría nuestra vida en los años sesenta: dependiendo de  otros. Eso, naturalmente, hacía que todos viviéramos como si el mundo se fuera acabar mañana, y después de las inflaciones, que nadie ahorrara. Cassius Clay era indiscutible campeón del box de pesos pesados en el mundo. En México, segundo país en el mundo por el número de campeones de box, descollaban dos grandes: Vicente Saldivar y Rubén Olivares.
Uno de los mejores boxeadores del mundo:
Rubén "El Púas" Olivares
El trolebús costaba 35 centavos, el autobús (camiones, les llamábamos) sólo 30 centavos y una llamada telefónica 20 centavotes. En México sólo podíamos escoger entre 11 modelos de auto, porque se estaba protegiendo y fortaleciendo la industria automotriz, cosa que dio muy bue resultado, como podemos obser

 
Pero aquí viene una buena noticia: Gracias a las pastillas anticonceptivas,  que se emplearon a partir de 1960, inventadas por un equipo en el que figuró prominentemente un mexicano mexicanoLuis Ernesto Miramontes el inventor del primer anticonceptivo oral (la noretisterona), cuya patente obtuvo junto a Carl Djerassi y George Rosenkranz, de la compañía química mexicana Syntex S.A.—las mujeres pudieron por primera vez gozar de su sexualidad y planificar su reproducción sin preocupaciones o problemas (porque antes de la “píldora”, el acto sexual era un arriesgue por aquello del embarazo).

Esta invención supuso un escándalo en la sociedad y en las iglesias, pero las inteligentes mujeres lo supieron conquistar. Desde entonces, ya se podía gozar de la sexualidad en cualquier momento, en casi cualquier lugar, y con cualquiera que consintiera.

Esto conllevó a la creación de ropa más bella, como ese gran invento de Mary Quant—diseñadora inglesa de moda nacida en 1934—
¿Hay que describirlo?
Es una fabulosa minifalda
que fue la minifalda (y que creo que debería regresar). Esta”píldora” (aunque también había inyecciones de tres meses de duración) sin dudas también dio pie a fortalecer el feminismo, que nos traía locos a todos, porque muchas mujeres lo tomaron como una indoctrinación.  Según muchos pensadores, el control de la natalidad es una forma más de control social, y con estos medicamentos se acabab el poder sobre las mujeres.

Autoras y líderes sociales como Betty Friedan, Simone de Beauvoir, Kate Millet y Germaine Greer —en México hubieron muchas defensoras y proponentes de esta escuela— hablaban de una “lucha de géneros”, pero en vez de hablar de una “equidad”, por debajo de la mesa se referían a ella, en aquellos tiempos —y según entiendo yo—, como una especie de machismo de las mujeres.

Hoy día esta posición se ha atenuado afortunadamente y ya nos acostumbramos (y si no, más vale que nos vayamos acostumbrando) a ver a las mujeres en sitios cada vez más importantes. En lo personal, creo que son tan capaces como los hombres y más honradas que éstos, mi género.

México no se escapó al influjo de ese año. Pero del resto de 1965 hablaremos en otro capítulo más adelante.
Mientras tanto, les recuerdo que pueden dejar sus comentarios en este mismo Blog. También suplico a los lectores que quieran prestarme fotos a que lo hagan a mi correo drmfarill@gmail.com Nos veremos el miércoles 13.