miércoles, 29 de marzo de 2023

LA MARAVILLOSA PREPARATORIA 5 DE LA UNAM EN COAPA

 


                                                                     Entrada Prepa 5    
En 1961, terminado el año lectivo en el CUM, logré cambiarme de Prepa a la número 5, en Coapa, a la que adoré. Mi padre, que pertenecía en forma distinguida al grupo del Dr. Ignacio Chávez, entonces Rector de la UNAM lo convenció de estirar el reglamento que decía que no se podía pasar en bachillerato de una escuela particular a una universitaria, y me inscribí en la Preparatoria Nacional número 5, la que está en Coapa y donde tenía yo a un amigo llamado Emilio Pérez (El Buho, antes El Pelón), del MAS. Entré a segundo de prepa o quinto y último de bachillerato (entonces nomás eran dos de estos altos estudio). Me costó trabajo, porque además de que era muy alto físicamente en comparación a los demás, mi número de serie en la UNAM (6210383) correspondía a un alumno de primero de prepa, cosa que me hacía blanco fácil para ser rapado de la cabeza. En un principio, me fui a la Prepa 5 en un camión de línea que se llamaba Chapultepec-Xochimilco y nos dejaba en la entrada de la escuela (no debería haber sido así, debería habernos dejado en la esquina de Czda. de Tlalpan y Czda. Del Hueso, pero como éramos bravos, sobre todo en bola, los choferes nos llevaban a la puerta. Se divertían mucho con nosotros, la verdad y nosotros les cantábamos “el chófer tiene una hermana, el chófer tiene una hermana, el chófer tiene una hermana… y no la quiere pasar”; “Chófer, chófer, más velocidad…” Chófer iba acentuado en la letra O. A veces les hacíamos que juntaran al autobús llamado “ballena” a los camiones de la embotelladora “El Naranjo” que estaba por ahí y en donde hacían unos refrescos muy sabrosos y pequeños que se llamaban “chaparritas”, y a través de las ventanas nos robábamos una o dos cajas de estos refrescos, que se repartían rigurosamente entre todos en el camión. La verdad, el sistema de la Prepa 5 en mis tiempos (aclaro: en mis tiempos) era muy agradable: Por ejemplo: si te subías al camión y había lugar para irte sentado y se subía alguna compañera. Te levantaba, le dabas tu lugar, pero se daba por entendido que ella llevaría tus libros en sus piernas. Las respetábamos enormemente y nadie que no fuera de la Prepa se podía meter con ellas. Las ayudábamos a bajar, aunque no fueran de nuestro grupo ni de nuestro año.

Afortunadamente me libré de que me raparan. Mi grupo era el 501 (los “cuatrocientos” eran para los de cuarto) y estaba en el segundo piso de un enorme edificio. Todos los alrededores eran sembradíos de alfalfa, de verduras en general. Olía gruesamente a estiércol en toda esa zona, que era rural. Era bellísima. Había canales de riego en toda la zona y al frente de la entrada principal (pues había varias) había una especie de rotonda que en la periferia tenía tienditas y puestos de fritangas y tortas. Las más famosas eran las de Don Mario, un tipo larguirucho, moreno, de pelo negro lacio, que era amable y del que se decía que tenía unas hijas muy guapas. Yo no sé porque no recuerdo haberlas visto nunca. Se vendían cigarros de a pieza a 20 centavos los Raleigh, aunque los favoritos eran los Delicados (hechos con papel de arroz, decía la propaganda). Les decíamos “delincuentes”. Si seguías por el camino de terracería hacia el sembradío, llegabas a uno de los estacionamientos para los afortunados alumnos que llevaban auto y para los profesores.

Era tal el orden que privaba, que había unos profesores que vigilaban que no hubiera violencia o delincuencia, que los llamábamos “sheriffs”. Podían regañarte si pisabas el prado o si te brincabas los caminos de cemento. Ellos daban clases de materias optativas e iban de traje con corbata. Daban clases de modelismo, de modelado, de pintura, etc. Y nosotros, los estudiantes, acatábamos sus órdenes sin chistar y de buena gana. Esto todavía no me lo creen a quienes se los platico, pero juro que es cierto.

                                       Auditorio Gabino Barreda Prepa 5

Alberca Olímpica Prepa 5
Pero aunque mi salón base era el 501, tomaba clases en otros salones y en otros laboratorios, todos bien equipados. La Prepa 5 estaba nuevecita. Se fundó en 1959, creo, y este año era 1962. Era tan alejada de la ciudad, tan descampado el sitio, que a veces había vacas pastando dentro de las instalaciones y claro, no faltaban los muchachos que a base de dizque “capotazos toreriles” las sacaban al campo. Así, las clases de química orgánica con el excelente profesor Gertz las tomaba en un salón de abajo, la de matemáticas con un mal profesor la tomaba en los seiscientos. El Seminario de Problemas Políticos y Sociales de México lo tomaba con una maestra joven y cuero. 

  Jardines y entrada Biblioteca Prepa 5

Otros profesores míos fueron Ángel Vizcaíno de Psicología (que luego fue Director), con la maestra Elena Beristaín Díaz, alias “Juana Gallo” (por sus coloridos huipiles), afamada maestra (Emérita en 1992)  en toda la UNAM, que me daba Literatura Mexicana, materia en la que saqué, y no es por presumir, un 10 Cum Laude. Había un maestro ya viejo, medio ciego, pero muy bueno que nos daba Ética y era autor de un libro sobre esa importante parte de la filosofía.  En esa Prepa tomé en mis horas libres (que eran muchas) mi primer Taller de Literatura con la Maestra (ahora también Emérita) Margo Glantz y si hubiera tenido tiempo hubiera tomado un curso de teatro con el afamado Héctor Azar, quien uno o dos años antes con su grupo había ganado el torneo mundial de teatro estudiantil en Nancy, Francia.

Biblioteca Prepa 5



Gimnaso y haciendo deporte Prepa 5
 Era la Prepa 5, aunque ahora suene falso, la Prepa “modelo” de la UNAM. Tenía los mejores y más jóvenes profesores de todas las Prepas, incluyendo a la Prepa Uno. Y tuve la suerte de que precisamente en 1962 se inauguraran las instalaciones deportivas más modernas de la UNAM en la Prepa: una alberca olímpica con fosa para clavados, un súper gimnasio y una pista e instalaciones para atletismo, con pista de tartán (que es una especie de corcho sintético) con sus respectivas regaderas, baños y casilleros. Inauguró ese año las obras el mismo Rector Chávez. Ese fue uno de los años más maravillosos de mi vida. 

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