miércoles, 29 de noviembre de 2023

QUE SUCEDIÓ CONMIGO LA NOCHE QUE EL EJERCITO OCUPÓ CU.

Esto sucedió como las 7:30 PM de la noche del 18 de septiembre de 1968. Teníamos tomada la Escuela de Odontología protestando para que nos cambiaran al Director y en ella nos encontrábamos varios compañeros. En la Secretaría General de la Escuela estaba un compañero (le nombraré “Arnulfo”), trabajando en un mimeógrafo, haciendo volantes para difundir un mensaje del Comité Nacional de Huelga. Yo tenía un compromiso con unos dirigentes en un restaurante llamado San Remo (ya no existe) situado en la parte sureña de la avenida de los Insurgentes a las 8:30. Así que ya me iba de la Escuela y al pasar por la Secretaría me topé con Arnulfo. —Arnulfo, ya me voy. Traigo coche y si quieres irte conmigo te doy un aventón… —Muchas gracias, Farill, pero me voy a quedar a seguir imprimiendo. Quedé de entregar estos boletines mañana temprano. Lo que no sabía yo, pero luego intuí, es que él tenía una cita amorosa con una muchacha y seguramente quería quedarse a solas con ella. En el cuarto piso de la Escuela, en donde estaban las clínicas de Exodoncia y de Cirugía Máxilo-Facial había dos o tres recámaras, con todo y su mobiliario para dormir, que se llamaban “cuartos de recuperación”. —Bueno—repuse—no te quedes muy noche y recuerda cerrar la Escuela con llave… “Picarón”, pensé. —Así lo haré. Tomé mi auto y me fui a casa a cambiarme de ropa y dirigirme al restaurante. Unas dos horas después, serían las 9:30 PM estaba yo en el restaurante, cuando todos los comensales alcanzamos a escuchar muchos ruidos metálico muy fuertes que venían de la Avenida. Me sobresalté y asomé por la puerta. Estaban pasando por la gran Avenida una enorme cantidad de tanquetas y carros del ejército repletos de soldados, dirigiéndose a CU. Luego luego pedí prestado el teléfono del restaurante y llamé a la Escuela para advertirles que se huyeran. Estando Arnulfo en la Secretaría, en donde estaban los teléfonos, no dudé que escucharía mi advertencia. Pero no contestó a la primera. Ni a la segunda ni a la tercera ni a ninguna. Seguramente estaba en su cita… Luego se apagaron las luces de la calle y misteriosamente se cortaron los teléfonos. Para no hacer el cuento largo, los soldados capturaron a Arnulfo y se lo llevaron. Luego me enteré que al Campo Militar 1. Tres o cuatro años después me encontré a Arnulfo en la calle. De aquel muchacho rebelde, que conocí en la Escuela, vestido como estudiante, con el cabello alborotado, ahora me topaba a un joven vestido de traje y corbata y bien peinado. Era secretario particular de un político. La captura lo había cambiado. Me entristecí

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