jueves, 10 de diciembre de 2020

DE CÓMO SE HIZO RICO UN DENTISTA VIEJO QUE MUCHOS CREEN QUE FUE MUY BUENO.

Dr. Manuel Farill Guzmán

 NO HAY DENTISTAS MILLONARIOS

Eso les digo a los asistentes a mis cursos de mercadotecnia odontológica. Los dentistas no estamos programados para ser ricos tipo Slim. Nos puede ir bien, podemos ganar muy bien y tener muchas clínicas (a más clínicas, menos calidad de odontología en ellas); podemos tener un gran automóvil y vivir en una colonia de lujo. Pero millonarios tipo Carlos Slim, no. La profesión no da para eso.

Los únicos dentistas ricos que conozco es porque han heredado una fortuna (uno de ellos heredó la fortuna de un pintor mexicano de gran renombre). O porque se han casado con un cónyuge rico. O porque ya no ejercen la odontología y se han dedicado al comercio. Ahí, en el comercio, ahora está la lana. ESo es lo que hacen las clínicas, nos guste o no.

Además, nuestra preparación, en el 99% de los casos, nos impide ser millonarios simplemente porque no estamos preparados para serlo. No sabemos qué hacer cuando tenemos cantidades ilimitadas de dinero. Nos ponemos trabas para ser millonarios, no sé por qué. Les escribiré de algunos dentistas que no pudieron ser ricos.

Lástima.

¿Y EL DENTISTA QUE NOS PROMETIÓ?

Este dentista de gran prestigio porque fue el dentista del Presidente Miguel Alemán y su pandilla (digo, gabinete), con un gran consultorio en una de las principales y lujosas avenidas de las Lomas de Chapultepec —en el que había mandado hacer un nicho que contenía un busto de (no me lo van a creer): ¡Pierre Fauchard!—, se hizo famoso por ganar mucho dinero que todo el mundo atribuía a los enormes honorarios que les cobraba a sus clientes. Pero no.

Resulta que este dentista, de plateada cabellera, casó con la hermana de un Vicepresidente del Bank of Gringofornia (un bancazo de EEUU), con sede en Nueva York. Y éste le prestaba dólares con intereses bajísimos por ser su cuñado, tipo EEUU de aquel tiempo, y el dentista le pagaba puntualmente  tras de haber prestado ese dinero transformado a pesos a intereses altísimos—tipo usura en México— a quienes se lo solicitaban. El dentista se quedaba con las pingües ganancias, de las que seguramente nunca enteró a la Secretaría de Hacienda. Era un dentista que se dedicó a la usura y por eso se hizo rico. Jamás se distinguió en la odontología por haber hecho nada ni nuevo ni sensacional.

Pero rico, como Carlos Slim, nones.

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