miércoles, 6 de agosto de 2014



 

 

Confi-Dental
Miércoles, 6 de agosto de 2014
La Odontología en México de 1965 a 2010
Dr. Manuel Farill Guzmán
PARTE 5
Una vez en 1965, estando en clase de Anatomía Dental con el maestro Esponda Vila, entraron a “saludarnos” unos muchachones que se andaban recibiendo o se acababan de recibir. Iban de traje. Uno era Roberto Justus—quien cursó simultánea y exitosamente las carreras de Odontología y Física Teórica—y el otro era Víctor Esponda, hijo del maestro. Víctor es un profesionista que ha llevado a su profesión con mucha dignidad y mucho orgullo. Recuerdo como si fuera ayer la facilidad con que Víctor modelaba, era impresionante. Por cierto que cuando nuestros modelados eran defectuosos, nuestro profesor, su padre, no sólo se burlaba de ellos, sino que los tiraba al piso y los pisaba para que no sintiéramos la necesidad de corregirlos: sólo aceptaba cubitos modelados por un solo lado. Era muy frustrante verlos destruidos en un segundo tras de haber estado modelándolos por horas o días, dejando nuestros ojos en ellos, como dicen de las costureras.

Por cierto que a mí ya no me tocó novatada en la ENO. Seguramente fue porque ya conocía a quienes hubieran sido mis “verdugos”. Recuerden que estuve con ellos el año anterior. La novatada era muy ligera, nada de rapadas. Lo mojaban a uno o lo llevaban a un pequeño espejo de agua que había en el parque frente a la Escuela, junto al CUC, y lo hacía a uno competir por llegar antes que los demás al otro lado tras rasparse el pecho contra el fondo de la “alberca”. Eso era todo. Las “perritas” no sufrían daño alguno. Era al revés de Ciencias Químicas. En primero de CQ éramos unos 120 varones y sólo había dos compañeras. En Odontología éramos como 50% cada género.

Cuando hablé de Anatomía Humana, quiero aclarar que entonces llevábamos el mismo plan de ciencias básicas que los de Medicina, así que esas materias —Anatomía, Histología, Fisiología, Microbiología, Bioquímica, Farmacología, etc.— eran rudas, pero muy necesarias para nuestra integración como médicos de la boca. En lo particular yo disequé varias regiones en un cadáver muy bien preservado por cierto: región glútea, región plantar, articulación témporomandibular, anterior del muslo, etc. El coco era la región dorsal de la mano con tantos huesitos, inervaciones y vasos. Puede ser que por ello cuando recibíamos el Título Profesional era indispensable registrarlo ante la Dirección General de Profesiones de la SEP y, saliendo de ahí, en la Secretaría de Salud (se llamaba Salubridad y Asistencia entonces), con lo cual podíamos recetar fármacos controlados. Los de mi generación y una o dos generaciones posteriores todavía podemos hacerlo. Luego vino el maldito cambio en el plan de estudios y volvieron a las épocas prehistóricas de hacer los estudios de odontología de sólo 4 años de duración, cosa que afortunadamente sólo permaneció unos 10 años.

El Maestro Acosta, un gran maestro que se sabía la anatomía humana al dedillo y la recitaba mientras miraba al techo ya lo habíamos invitado meses atrás a comer (y beber un poco) para “irlo ablandando”—no sirvió el consejo y él maestro siguió siendo un gran hombre—, siguiendo el consejo de nuestros compañeros mayores.  En el examen final de Anatomía Humana, que era oral (mis favoritos, porque podía uno defenderse y echar verbo), y en el Anfiteatro me dijo:

—A ver, Flaco Farill, sácate una ficha…—lo hice de un frasco esférico, como pecera, y afortunadamente me tocó una que sí me sabía bien. Efectivamente: era yo un flaco y alto, pero tenía piernas gordas. No me fue tan mal: saqué 7, que era muchísimo para esa materia.

Dr. Zacarías Esponda Moguel
Rubén Malpica, compañero nuestro,  cobraba por modelar nuestros dientes en Anatomía Dental, pues tenía una gran facilidad para hacerlo, pero no era el único. Lo que sucede es que esa materia es inmensamente árida, y cuando la tomamos, en primer año de la carrera nos parecía inconexa, no podíamos aplicar lo que aprendíamos. Y todos sabemos lo que sucede en esos casos: lo aprendido se olvida, no así cuando la práctica se lleva al mismo tiempo que la teoría. El profesor, el Dr. Esponda Vila era un chiapaneco agradable, educado y de gran prosapia, pues su padre también había sido un dentista señero, el Dr. Zacarías Esponda Moguel, quien con su ejemplo y profesionalismo le enseñó a querer devotamente a la profesión odontológica. El Dr. Zacarías Esponda nació en Chiapas en 1875 y se graduó como Doctor en Cirugía Dental (DDS) en el año de 1899 en la Universidad de Pensilvania, Filadelfia, EEUU. Fue el primer profesor de Prótesis Estética que utilizó porcelana en la Escuela Nacional de Odontología, UNAM, de 1926 a 1933. El hijo de mi profesor, el Dr. Víctor Esponda Gaxiola es un dentista de alto nivel, casado con mi amiga la Dra. Lourdes Aguilar, quien es una notable profesionista. Entre ellos ya han producido más dentistas.

El Dr. Armando Bayona González, microbiólogo con un extraordinario currículum profesional, tenía una extraña manera de calificar por medio de percentiles (que nunca he vuelto a ver). El que sacaba la mejor calificación tenía 10, aunque sólo hubiera contestado acertadamente digamos que el 70% de las preguntas, y de ahí para abajo, cada vez la calificación iba siendo menor. Cuando nos dio clases era un maestro muy exigente y podría decir que hasta severo. Hablaba con un leve dejo tabasqueño (se comía algunas letras “S”), era blanco, rubio y de ojos verdes. Sin embargo, sufrió un terrible accidente que lo dejó lastimado permanentemente de una pierna o de la cadera. A partir de ahí, su carácter se dulcificó y se volvió más accesible y agradable para sus alumnos y para los que lo habíamos sido. Fue un buen maestro, quien gozaba no sólo de dar clases y ofrecer conferencias en la ADM, sino que se volvió asistente a esta última Asociación, que entonces estaba ya en Ezequiel Montes 92, Col. Tabacalera. Era muy coqueto con las muchachas, a quienes hablaba con florituras, aunque las calificaba con justicia. Tuvo unas ayudantes que nos ayudaban en el laboratorio de microbiología, pero por más que le hago la luchas no puedo recordar sus nombres. El Maestro Bayona nos enseño eso de que: “Mira, te presento a dos amigas: Cándida albicans y Neisseria gonorrea…”, que mencionaba mi compadre Raúl Cameras entre risas.



El Maestro Eduardo Ortega Zárate (hay una foto de él en el post pasado) era un tipazo. Joven—tendría unos 38 años—, delgado, bien parecido, exitoso, con el cabello oscuro rebelde por naturaleza y bien vestido, era muy serio en sus clases. De vez en cuando sonreía, pero no abusaba de ello. Sin embargo era un magnífico profesor—de esos con gran capacidad didáctica y que no se ven a menudo desafortunadamente—y nos brindaba todos sus conocimientos sin cortapisas. Como ya he dicho, acababa de regresar de una beca en la Universidad de Indiana (oficialmente Indiana University School of Dentistry (IUSD)) y sabía todo respecto a materiales dentales y operatoria dental. Recuerdo que Roberto Magallanes  lo admiraba mucho y una vez me dijo algo críptico: “Yo me conformaría con saber lo que al “Gallo” se le ha olvidado”.
Rubén Malpica Domínguez y Roberto
Magallanes Ramos frente a la casa del
segundo. Foto del autor, Ca. 1968.
Años después, Roberto Magallanes se fue a estudiar a la Universidad de Indiana, y de ahí salió la moda de que otros muchos dentistas mexicanos, alumnos de estos buenos profesores, acudieran a especializarse allá. El Dr Ortega, Lalo, era amigo de mi familia, y mío personalmente, porque era compañero de estudios de mi hermano Luis, quien nos enseñó que desde joven le llamaban “El Gallo”. En la escuela era mi profesor, pero fuera de ella nos hablamos de tú. Me dio una vez una lección al tratarme con igualdad: por ahí de 1975 o un poco antes llegaron a México los silicones como materiales de impresión, y yo tuve la audacia de hablarle por teléfono para preguntarle qué material estaba usando él para tomar impresiones. Con toda naturalidad, sin hacerse del rogar, me dijo: “Optosyl con Xantopren” (masilla y rectificador, lo último en ese tiempo)

y me dio sugerencias para usarlo con seguridad. Desde entonces, en mis cursos aconsejo a mis alumnos: “si algún dentista no quiere compartir sus técnicas con ustedes, abandónenlo, porque seguramente es un prepotente que no merece el honor de tener su amistad”. Y lo sigo diciendo. Lalo Ortega me lo enseñó. Ahora, su hijo, el Dr. Luis Eduardo Ortega Cuéllar ejerce la profesión, seguramente con la pasión de su padre.

Ustedes se preguntarán: “Manuel Farill a veces habla de profesores y a veces habla de Maestros (con M mayúscula). ¿Por qué lo hará así? ¿Serán sinónimos esas dos palabras?” Y aún cuando mucha gente las confunde, mi explicación es muy sencilla: profesor es quien te enseña bien o mal una materia. Pero Maestro es quien te enseña a actuar profesional y socialmente con el ejemplo de su vida y de su manera de llevar a la profesión.
Expresidentes de la ADDF: Ca 1990, de izq a der: Dr. José Cervantes
Vidal (también expresidente ADM), Dr. José Kuri, el autor de este Blog,
Dr, Carlos Rosas y Murguía (QEPD) y Maestro Dr. Raúl Espinosa
de la Sierra.

Como ustedes pueden darse cuenta, son muy diferentes en dimensión humana. El primero te marca un semestre o un año y luego sus conocimientos se vuelven viejos. El segundo te marca para toda la vida, y te hace cambiar tu conducta y a veces tu destino. Aún así, a muchos profesores no los llegué a conocer a fondo. Porque aunque todos somos humanos y tenemos defectos (aunque hay personajes que creen que ellos no), lo importante es transmitir todo lo que uno sabe, ser definido y defender los principios,  admitir que nunca se sabe todo y, sobre todo, ser congruente en la vida: hacer y decir lo que se piensa; y vivir de acuerdo a lo que uno predica.  En eso admiro al Che Guevara: dio su vida por una causa—cada quién puede pensar libremente si era buena o mala— en la que creía. Y esto precisamente ha hecho que ya no sean mis amigos algunos que alguna vez lo fueron. Resultaron no ser congruentes y ellos saben que yo sé que ellos saben —they know that I know that we all know—, como decía mi querido maestro el doctor Raúl Espinosa de la Sierra. Sigamos siendo congruentes.

Parte 6

EL MUNDO EN 1965 Y AÑOS CERCANOS

Les estoy platicando algunas cosas que suceden en la Escuela Nacional de Odontología de la UNAM, en la ciudad de México en 1965. Pero no se puede, ni se debe hablar de la historia sin dar un contexto de lo que se vivía y pensaba y hacía en aquellos años, así que empecemos por ver al mundo en los sesentas. Luego proseguiré con México en aquellos años, y luego con la Escuela.

Fíjense cómo hasta las más pequeñas cosas afectan a todos. Mucho de lo que estamos viviendo en la segunda década del Siglo 21, se inició en los años sesentas.  El mundo en aquellos años era caótico. Soviéticos y estadunidenses se peleaban por los países—por el mundo— de una manera más abierta que ahora.

No sé qué les hayan contado a ustedes sus padres o abuelos sobre la “guerra fría”, pero fue verdaderamente terrible.
Embajada de los EEUU en la ciudad de México
Los periódicos y la TV, el radio, constantemente nos recordaban que cada día podía ser el último de nuestras  vidas si alguien apretaba un botoncito rojo que enviara una misil guiado a tu ciudad, y México no era la excepción. Es más: podría asegurar que México era un importante centro mundial de espionaje (tipo Berlín o Londres), y eso explica el tamaño de la Embajada de EEUU (la más grande del mundo después de la de Londres, en aquellos años) y la de la URSS, en la Calzada de Tacubaya.

Ahora que ese peligro ha pasado—pero no se ha acabado—, he visto los mapas con las ciudades que eran blancos de los soviéticos y en nuestro país había varias. Los EEUU y la URSS (todavía no había Rusia) eran implacables el uno con el otro, y eso hizo que el  mundo se polarizara: unos apoyaban a  los gringos—los capitalistas, la derecha y la iglesia—, otros a los soviéticos—los comunistas con sus muchas facciones—, unos por conveniencia y otros por temor. Y en la carrera espacial, recordemos que en 1957 la Unión Soviética toma la delantera en la carrera espacial al lanzar el Sputnik 1, primer satélite artificial. Cuatro años después, Yuri Gagarin 
Cosmonauta Yuri Gagarin
fue el primer hombre en el espacio. En 1969 como ya es sabido, los estadounidenses alunizaron a dos hombres en la Luna. Desde entonces, afortunadamente, ambos bloques han hecho proyectos conjuntos.

En otras partes del mundo, sobre todo en África, veinte países acababan de lograr o luchaban por su independencia, liberándose del colonialismo sobre todo de Francia, Portugal, Bélgica y la Gran Bretaña—ellos son los que enviaron a sus habitantes musulmanes y de otros colores a Europa—de donde legalmente eran ciudadanos—y ahora reclaman sus derechos. Lo mismo sucedió con colonias de Holanda, Gran Bretaña y de esos mismos países en Asia y el Caribe. En América Latina,  los ejércitos de varios países dan golpes de estado a sus gobernantes, dando pie a que surgieran numerosas dictaduras militares (de derecha, claro) en Brasil, Perú, Bolivia, Argentina. Unos años después, en Chile. Cuba apenas llevaba 9 años de aguantar a Fidel y ya se había rendido a los pies de la URSS en 1958—y  aunque ahora suene extraño, en aquel entonces tuvo sus razones para hacerlo.

Todo esto hacía que hubiera mucha  tensión  en el mundo. Era la llamada “Guerra Fría”, denominada así porque era una guerra pero no había disparos ni bombas, excepto en países pequeños o que “no importaban” a los grandes… o a la ONU. Para los que vivimos esa época—y pueden preguntarlo a sus padres y abuelos—, nuestras vidas y la civilización entera dependía de que nadie apretara ese famoso “botón rojo”
Misiles con bombas termonucleares
que lanzaría misiles con bombas termonucleares a casi todo el mundo (los blancos favoritos eran los EEUU, sus aliados de la OTAN en Europa y la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia).

Sin embargo, he visto mapas de las ciudades que hubieran sido blanco de ataques y en México había varias que hubieran sido bombardeadas. Por otro lado, muchas naciones estaban en guerra: 20 países africanos se liberaron del colonialismo, en Zaire y Nigeria hubieron guerras civiles tras de su “libertad”. En otros países, subieron al poder déspotas que acabaron con las finanzas y la organización que les habían dejado sus colonizadores, cosa que hizo que años más tarde muchos países sostuvieran guerras fratricidas muy sangrientas. En China, Mao-Tse-Tung ( en el poder 1949-1976) organizó grupos de estudiantes (Guardias Rojas) a los que les instruyó que destruyan todo aquello que fuera en contra de las ideas comunistas. Muchos chinos fueron asesinados y otros hechos prisioneros y gran parte de sus costumbres y cultura fueron desaparecidos.

Por si fuera poco, EEUU se involucró fuertemente en Vietnam (1965-1975), cuya parte del norte  estaba apoyada por la URSS y China Comunista. Por cierto que esta es la primera vez que un país pequeño y aguerrido derrotaba definitivamente a la primera potencia mundial, que optó por retirarse del campo de batalla, harta de las críticas muy fuertes que recibió de adentro y de afuera de sus fronteras, lo que hizo que muchos estadunidenses en edad de la conscripción—que entonces allá era obligatoria—huyeran de EEUU y se refugiaran en Canadá, Europa y México, que a su vez hizo que aquí se propagar el hipismo (de “hippies”), el “paz y amor” y la mariguana. En los años también 60 surge la “cultura joven”, avivada con la Beatlemanía—
y  con otros muchos grupos musicales—que invadió al mundo y contribuyó a estimular una revolución cultural y a  agrandar la brecha generacional. Recordemos que el mundo estaba habitado básicamente por gente joven.

En Europa, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (años 50) se consolida con el advenimiento de la Comunidad Económica Europea (1957). Es el primer paso de una unión económica y política de los países europeos para lograr una paz, y daría origen—años después—a la Unión Europea que ahora conocemos. En los sesentas todavía había dictaduras de derecha en Europa, señaladamente la de Salazar en Portugal (caería en 1974) y la de Franco en España, que caería en 1975.

EN EEUU se vivieron momentos muy duros—lo más cercano al estallamiento de la Tercera Guerra Mundial—en 1962 con la famosa “crisis de los misiles” (yo estaba haciendo el Servicio Militar Nacional), cuando los EEUU descubrieron mediante vuelos de aviones espías sobre Cuba que los soviéticos estaba emplazando misiles con capacidad termonuclear para atacarlos si hubiera necesidad. Y más peliaguda se puso la crisis con los asesinatos del Presidente John Kennedy en 1963, el de su hermano Robert (que ya iba que volaba para convertirse en nuevo Presidente) y del líder social y racial Martin Luther King (un hombre admirable) en 1968.

Por otra parte, se acababan de descubrir mucho mayores reservas de petróleo y gas en los llamados “países del Golfo (Arábigo)”, y empezarían las guerras por conquistar a sus gobernantes y a sus territorios (léase Guerras del Golfo I y II). Esto hizo que los árabes y algunos otros países, con excepciones como las de México y EEUU se unieran en la OPEP
y pusieran precios fijos y elevados al petróleo y sus derivados, lo que elevó el costo de la gasolina—y del trasporte—y desquició los precios de los bienes, causando, con el tiempo, inflación y devaluaciones y acabaron por lograr una híper-inflación mundial, de la que nuestro país no solamente no se salvó, sino que hizo que la pasáramos muy duro. No sólo México cayó en inflación y devaluaciones: todos los países del mundo las sufrieron, haciendo—claro y como siempre—que los ricos fueran más ricos, que los pobres fueran más pobres y que la clase media se achicara. El aumento de la gasolina hizo que subieran los precios de las materias primas y que se buscara construir automóviles más ahorradores, cosa que empezó el declive de Detroit porque los EEUU se tardaron en reaccionar a este estímulo y el boom exponencial de las automotrices japonesas y europeas (Honda, Nissan, Toyota, etc. y Volkswagen, Audi, Fiat, Seat, etc.).


Así  transcurría nuestra vida en los años sesenta: dependiendo de  otros. Eso, naturalmente, hacía que todos viviéramos como si el mundo se fuera acabar mañana, y después de las inflaciones, que nadie ahorrara. Cassius Clay era indiscutible campeón del box de pesos pesados en el mundo. En México, segundo país en el mundo por el número de campeones de box, descollaban dos grandes: Vicente Saldivar y Rubén Olivares.
Uno de los mejores boxeadores del mundo:
Rubén "El Púas" Olivares
El trolebús costaba 35 centavos, el autobús (camiones, les llamábamos) sólo 30 centavos y una llamada telefónica 20 centavotes. En México sólo podíamos escoger entre 11 modelos de auto, porque se estaba protegiendo y fortaleciendo la industria automotriz, cosa que dio muy bue resultado, como podemos obser

 
Pero aquí viene una buena noticia: Gracias a las pastillas anticonceptivas,  que se emplearon a partir de 1960, inventadas por un equipo en el que figuró prominentemente un mexicano mexicanoLuis Ernesto Miramontes el inventor del primer anticonceptivo oral (la noretisterona), cuya patente obtuvo junto a Carl Djerassi y George Rosenkranz, de la compañía química mexicana Syntex S.A.—las mujeres pudieron por primera vez gozar de su sexualidad y planificar su reproducción sin preocupaciones o problemas (porque antes de la “píldora”, el acto sexual era un arriesgue por aquello del embarazo).

Esta invención supuso un escándalo en la sociedad y en las iglesias, pero las inteligentes mujeres lo supieron conquistar. Desde entonces, ya se podía gozar de la sexualidad en cualquier momento, en casi cualquier lugar, y con cualquiera que consintiera.

Esto conllevó a la creación de ropa más bella, como ese gran invento de Mary Quant—diseñadora inglesa de moda nacida en 1934—
¿Hay que describirlo?
Es una fabulosa minifalda
que fue la minifalda (y que creo que debería regresar). Esta”píldora” (aunque también había inyecciones de tres meses de duración) sin dudas también dio pie a fortalecer el feminismo, que nos traía locos a todos, porque muchas mujeres lo tomaron como una indoctrinación.  Según muchos pensadores, el control de la natalidad es una forma más de control social, y con estos medicamentos se acabab el poder sobre las mujeres.

Autoras y líderes sociales como Betty Friedan, Simone de Beauvoir, Kate Millet y Germaine Greer —en México hubieron muchas defensoras y proponentes de esta escuela— hablaban de una “lucha de géneros”, pero en vez de hablar de una “equidad”, por debajo de la mesa se referían a ella, en aquellos tiempos —y según entiendo yo—, como una especie de machismo de las mujeres.

Hoy día esta posición se ha atenuado afortunadamente y ya nos acostumbramos (y si no, más vale que nos vayamos acostumbrando) a ver a las mujeres en sitios cada vez más importantes. En lo personal, creo que son tan capaces como los hombres y más honradas que éstos, mi género.

México no se escapó al influjo de ese año. Pero del resto de 1965 hablaremos en otro capítulo más adelante.
Mientras tanto, les recuerdo que pueden dejar sus comentarios en este mismo Blog. También suplico a los lectores que quieran prestarme fotos a que lo hagan a mi correo drmfarill@gmail.com Nos veremos el miércoles 13.

 

 

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