miércoles, 20 de noviembre de 2024

LO QUE FALTA EN LA CARRERA DE ODONTOLOGIA PARTE 2 Y FINAL

Aún así, siendo éstas cirujanas dentistas, me ha tocado ver, al entrevistarlas de a dos en dos, y pedirles que me demuestren su capacidad y conocimientos para anestesiar regionalmente sin dolor a su compañera, que algunas de ellas han atravesado inadvertidamente la mejilla de su compañera, derramando el bloqueador… en el suelo. ¿Quién les enseña a anestesiar? Retírenlo, por favor. La odontología moderna, actual, es la que se puede hacer porque el paciente no experimenta dolor durante las maniobras (puede que después quede un poco adolorido). Es decir: hemos avanzado en técnicas debido a que podemos hacerlo tranquilamente al saber que no estamos causando daño al paciente en ese momento. Si esto no es así, si le duele al paciente, si se le salen las lágrimas no es por “nervios” o por angustia: es porque le duele. Y eso hace que tengamos que hacer la odontología previa a 1930. Y que nos quedemos sin pacientes. Pero no para ahí la cosa: me han tocado como alumnos algunos que no “pueden ver al cadáver”, o peor: le tienen asco a la sangre o a la saliva. ¿Pues qué nadie les había dicho cuál era su área de trabajo? Eso es imperdonable, y hace que haya una súper abundancia de así-llamados-dentistas que se dedican a no ver nunca sangre. Como en la rehabilitación oral, la endodoncia o la ortodoncia… o hasta la odontología sanitaria. Ahora, muchos de mis colegas, entre ellos algunos amigos y alumnos míos no hacen extracciones ordinarias (ni hablar de las quirúrgicas). En mis tiempos de más juventud los dentistas éramos conocidos por “sacamuelas”: todos extraíamos dientes afectados. A mi y a mi equipo nos tocó inclusive reducir fracturas mandibulares, quitar mucoceles, hacer biopsias (una salió cancerosa). Y no éramos especialistas, éramos alumnos no recuerdo si de 9º o 10º semestre. ¿Y qué hacen estos dentistas a los que aludí primero? Pues, mandan las extracciones más ordinarias con los benditos cirujanos máxilo-faciales, que deberían estar para procedimientos mucho más complicados. Bueno, de algo tenían que vivir éstos últimos. Entonces: hay dentistas que no saben hacer diagnósticos, no saben hacer el procedimiento requerido y no saber hacer el pronóstico (lo que va a suceder). Ah, tampoco saben qué recetar. ¿Esos pueden llamarse cirujanos (y recalco la palabra) dentistas? Necesitamos que se vuelvan a establecer las clases de ética y Deontología Profesionales. ¿A cuántos de ustedes les han llegado pacientes a los que les prometen las perlas de la virgen por algo que no es necesario? Cuantos de sus pacientes les llegan al consultorio con pésimos trabajos de endodoncia o con horribles soluciones de ortodoncia, dejando maloclusiones que luego han de volverse problemas periodontales? ¿Cuántos de sus pacientes los han dejado por el dentista de enfrente o el de “la clínica fulanodoncia” porque cobran más barato? Claro, cobran más barato en apariencia, porque si suman todo lo que cobran extra, resulta que no son tan económicos y que el dentista que los atendió “ya no trabaja aquí” la siguiente cita para que no lo puedan acusar de hacerlo mal. Casi todos son muchachos bien intencionados y con necesidad de trabajar, pero sin experiencia. Dije “casi todos”. Esto me trae a la cabeza la idea de que lo que ustedes más deben de proteger es su base de datos: la lista de sus pacientes con todos su datos de localización y hasta los procedimientos que han realizado en sus bocas, incluso las advertencias y, claro, sus consentimientos informados. Muchos de ustedes no saben—porque no estuvieron ahí en esos años— todo lo que los fabricantes de resinas compuestas hicieron en los 70´s y 80´s para forzar al mercado sus productos, atacando a las fantásticas amalgamas. Estos magos de la publicidad ignoraban que el mercurio (al que le achacan todo tipo de males, desde el Parkinson hasta la demencia) pierde sus propiedades tóxicas una vez que se amalgama con el estaño y el zinc. Para mí, este material es muy superior a las resinas, exceptuando su color y su falta de estética. Pero puede usarse en molares sin problema, a menos de que sean cantantes o actores (que no es lo mismo, para nada, que ser “artistas”). Nada más comparen la duración de las obturaciones de resina por más avanzada que éstas sean y las de amalgama bien puesta. Me da mucho orgullo ser exalumno de la ahora Facultad de Odontología de la UNAM, sede CU. Creo y seguiré creyendo que es la mejor del país, incluso mejor que las de paga. Ahí los alumnos nos damos un “baño de México”, porque hay alumnos de todos los estados y todas las clases sociales. Y obtenemos una mísitica universitaria que no les he notado a los que provienen de otras universidades. Los profesores son los mejor preparados y probablemente los mejor pagados (aunque eso es debatible) y con mayor experiencia profesional y deseo que mi Facultad así lo siga siendo. Y espero que estas ideas, coronadas por mis 55 años de experiencia profesional haciendo de todo (excepto endodoncia, placas totales e implantes) les sirva de orientación para seguir mejorando. Se me quedan “cosas en el tintero”, como decíamos los escritores hace años. Pero cuando las vaya recordando y analizando las seguiré publicando.

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