martes, 30 de junio de 2020

CONFI-DENTAL 13 Algunos detalles que se me escapaban


BLOG 13     CONFI-DENTAL

¿QUIÉNES ERAN LOS ONCE?

Angel Álvarez de la Reguera, Carlos Amor Villalpando, Antonio Limonchi Wade, Hermilo López Morales, Manuel Rey García, José Ma. (Chema) Navarro Becerra, Rafael Ayala Echávarri, Miguel Pavía Espinosa, Juan Tapia Camacho e Ignacio Aguilar Álvarez. A mi parecer, todos han pasado ya a mejor vida. Para la lucha de 1968 se aliaron con muchos otros profesores de escaso nivel académico (por ello era nuestra protesta), que no vale la pena nombrar.


DETALLES Y OCURRENCIAS QUE SUCEDIERON DURANTE ESTE PERÍODO.

Era tanta el ansia de Sarabia y su cohorte por entrar a la Escuela y apoderarse de ella (para lo cual contaban ya con alumnos incondicionales y con golpeadores profesionales) que una vez que amenazaron con “ir a re-tomar la Escuela los profesores”, los líderes del momento decidieron que para disuadirlos nada mejor que rodear la Escuela con compañeras mujeres. Pues aún así, los profesores intentaron tomar la Escuela golpeando y empujando a las compañeras que se prestaron a servir de muralla. Entre ellas, la entonces novia de Roberto Magallanes, Claudia, una muchacha muy guapa, muy educada y de muy buena familia, misma que tuvo que ser llevada a un hospital para revisar su pierna golpeada por aquel grupo de seudo-maestros. Entre ellos estaban Sarabia, Rey García, Zimbrón Levy, Villegas Malda, Rafael Lozano (de Perio), Sybel Trejo  y algunos otros más de quienes no me quiero ni acordar. Años después, el Dr. Lozano, ya con sus copas y escupiendo al hablar (como siempre), me ofreció disculpas, pero las disculpas no me las debía de dar a mí, sino a las compañeras. Como testigo de este evento, quedó una filmación que hizo uno de los compañeros y que se mandó a los periódicos Reforma y Heraldo de México y en sus páginas aparecieron los fotogramas de la película (ver ilustración). Esto indudablemente tuvo mucho que ver con el la Junta de Gobierno expulsara al Dr. Sarabia, quien fue, ooootra vez, mal aconsejado por los famosos “once”. Pues claro: el objetivo de los famosos “once” Pues claro: el objetivo de los famosos “once” a que corrieran al Dr. Sarabia y quedarse ellos en el poder, como aconteció.

MAESTROS DE LA ESCUELA: BUENOS Y MALOS.

Recuerdo a algunos profesores en aquellos tiempos. 1) Por ejemplo, al Dr. Enrique C. Aguilar presumiendo a todo el mundo que era él quien había “diseñado” la Escuela y tratando de influenciarnos a los del Comité Estudiantil (sin lograrlo). 

2) Al profesor Antonio Fragoso, quien nos dijo a un grupo de alumnos (entre ellos a mí) que “¿No sería bueno que para presionar a las autoridades y al gobierno fuéramos “tomando” (quería decir secuestrando) unos camioncitos de pasajeros y quemáramos dos o tres?” Mientras decía esto, hacía como que me quitaba alguna pelusa que tuviera yo en el pecho de la camisa. El inocente profesor no sabía el riesgo que llevaba meterse con el violento “pulpo camionero”, que así era como se llamaba a quienes poseían camiones de pasajeros.

 3) Al Dr. Fermín Reygadas —que años después se tornaría iracundo y violento, perdiendo totalmente su “estilo”—, presumiendo con los dientes entrecerrados, como era su costumbre, que la Escuela de CU se debía a él y al gran maestro Enrique C. Aguilar.

4) A los doctores Rodolfo Reza y Jaime Fernández de Ceballos asesorándonos en “grilla”.

5) Al Dr. Alfonso Pretelín, que luego dicen “salió del closet” y estudió Antropólogía deambulando por el patio de la Escuela y acompañándonos a citas en Rectoría.

6) Al Maestro Reynoso Obregón que me dijo al quejarme de que la cosa iba para largo: “Nunca está más oscuro que antes de que salga el sol”. Al querido maestro lo corrieron por influir en nuestras decisiones (y por hablarle de “tú” frente a nosotros al Rector Barros Sierra en una primera junta que tuvimos los estudiantes con el señor Rector). Reynoso Obregón fue y es uno de mis grandes maestros: jovial, inteligente, prudente, buenísimo para la política y preparador de los mejores martinis que he probado jamás. Era, además, un católico acérrimo. Ningún dentista que yo conozca, hasta la fecha (2018) le llegaría ni a los talones en el aspecto político. Cuando mi padre fue Director de la Escuela, allá en 1933 cuando la Escuela estaba en Licenciado Verdad, en el Centro Histórico, Reynoso Obregón, que era Consejero Universitario lo apoyó y desde ahí inició una respetuosa amistad entre ambos que duró hasta la muerte del famoso “Nacho”. Además de haber sido un gran Presidente de la ADM, Director de la Escuela dos veces y fundador de la Academia Nacional de Estomatología, fue un magnífico Cirujano Oral que tenía su consultorio en la calle de Puebla, en la Colonia Roma. Fue después Director del Departamento de Estomatología del Hospital Infantil de México, cuando yo estudié un Diplomado de Odontopediatría. Murió de un ataque al corazón acabando de comulgar, así que según su fe de seguro se fue derechito al cielo.

7) Cuando ingresé como oyente a la Escuela (1964), decidí meterme al azar a la clase de Materiales Dentales que daba el Dr. Hermilo López Morales (quien, por cierto, había hecho una copia taquigráfica de las clases de Materia Médica que dio mi padre) y dijo lo siguiente: “¡Apunten! ¡Apunten! Hay tres tipos de cera en odontología… ¡Apunten!... Hay la cera normal, la cera estándar y la común y corriente…” Yo provenía de una Escuela Nacional de Ciencias Químicas, donde imperaba el rigor científico absoluto. Imagínense qué impresión me causó oír aquella barbaridad.

8) Otra chistosada atribuible al Dr. Sarabia: nombró como Jefe del Departamento de Audiovisual al Dr. Ángel Álvarez de la Reguera, quien empleaba gruesos lentes y aparato para la sordera, así que estaba fallo del audio y de lo visual. Este profesor era famoso por vender sus apuntes y quien no los compraba, reprobaba.
Todos estos profesores, que frisaban entre los 50 y los 75 años y lo que habían perdido de cabello lo habían ganado de panza eran muy “machos”, muy “mujeriegos” y hacían hasta el ridículo por acostarse con nuestras guapas compañeras, casi siempre acosándolas con reprobarlas o con sus calificaciones. No se daban cuenta de que hacía el ridículo. Los menores de esas edades también trataban, la mayoría sin suerte, pero hubo algunos (cuyo lema era: “¡Fuego contra el enemigo!” (refiriéndose al sexo opuesto sin hacer caso de la ética que deben tener los profesores con sus alumnos) que desafortunadamente sí lo lograron. En estas épocas ya los hubieran quemado en la hoguera por acoso sexual… y se lo hubieran merecido.
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UN FUNCIONARIO UNIVERSITARIO—AMIGO DE VERDAD Y CON VALOR CIVIL NOS LIBRA DE UN PÉSIMO ELEMENTO

La  “destitución” (lo corrieron, en realidad) de José Sybel Trejo fue de la siguiente manera: el Maestro González Avelar, por instrucción del señor Rector,  nos convocó a miembros del Comité Estudiantil y a un grupo de profesores de la entonces llamada “Unión de Profesores de Odontología” para que dialogáramos en su oficina del edificio de la Rectoría. Una vez instalados, y teniendo a González Avelar como moderador, el despreciable profesor José Sybel Trejo Solís presumió que cuando mi padre había sido Director de la Escuela (¡en 1933!) él le había reclamado no sé qué cosa y hasta había “amenazado con darle cachetadas”. 

Si lo hubiera hecho, hubiera conocido la furia de mi padre y éste no era más que un pobre desgraciado que en su casa conocían. Al oír aquella acusación insensata y fuera de lugar, el propio Maestro Miguel González Avelar, alzando la voz y dando un palmazo en su escritorio, lo corrió violentamente y al instante de la mesa de negociación aduciendo que me había insultado fuertemente y sin motivo. Días después fue separado para siempre de su cargo en la UNAM. Supieron los de “La Unión” que no podrían insultarnos impunemente. 

Yo me sentí totalmente satisfecho.
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UN SUSTO Y LUEGO UNA GRAN AYUDA

Dos días después de haber “tomado” nosotros la Escuela, estaba yo dando una entrevista a una periodista cuando me llamaron mis amigos para decirme, alarmados, que acababan de llegar el exterior de la Escuela “los del equipo de Futbol Americano”, que tenían fama de ser extraordinariamente fuertes y violentos. Acudí a asomarme desde el primer piso y con alivio vi que se trataba de mi hermano Jorge que con otros fortísmos amigos de la Preparatoria 5 (de Coapa, mi Prepa querida), fueron a ver públicamente “qué se nos ofrecía”, refiriéndose a si no habíamos sido víctimas de alguna agresión física. Huelga decir que nunca volvimos a temer a otros grupos de golpeadores. Por cierto que tres de ellos luego estudiaron Odontología. 

Estos tres personajes, junto con Estrada (hijo del entonces Jefe del Servicio Secreto) eran y son los personajes más fuertes físicamente y de corazón más noble que he conocido. Desde luego que cuando ellos ingresaron a la Escuela como de primer ingreso o “perros” no hubo quien se atreviera a mojarlos.

PROFESORES TORTURANDO E INTERROGANDO

En 1967 y 1968, en los cuartos que están en el sótano de la escuela y que antes increíblemente servían para que los alumnos tuviéramos casilleros para guardar nuestras pertenecías y en dónde había baños de hombres y mujeres con regaderas y todo, algunos profesores y autoridades de la Escuela (no quiero escribir sus nombres porque podría no ser exacto el número de ellos) interrogaban a los alumnos y alumnas que creían que les daban problemas. Querían saber qué profesionistas los estaban “soliviantando”. Desde luego, con el conocimiento del Dr. Sarabia.
No los llegaron a torturar, pero sí a amarrar y a hacer algo muy cinematográfico (según quienes fueron interrogados): les ponían fuertes luces en el rostro y los amenazaban con acabar sus carreras o “perderles todos sus documentos” que acreditaban sus estudios. No sé a cuántos tuvieron presos, pero a una compañera con el mejor promedio de la Escuela la hicieron perder la Beca Javier Barros Sierra, otro “torturado” fue el alumno Alberto Martínez Guerra.
El Dr. Jose Sybel Trejo retó una vez a golpes a los alumnos Roberto Magallanes y Manuel Farill. Ja  ja. Claro que lo mandamos al diablo, no fuera a ser que de veras lo tomáramos en serio.


UN AVISO A LOS HISTORIADORES DE LA ODONTOLOGÍA Y DE LA MEDICINA:

Lo que aquí he escrito a lo largo de varios años no es producto de mi imaginación ni de invenciones con el ánimo de hablar mal (o bien) de algunos profesores. 

Lo que la mayoría de los profesores de los que me expreso duramente, es porque a mi juicio (es un juicio objetivo, ya que lo vivimos en carne propia otros muchos compañeros y yo) lo merecen. Nunca creí que un profesor de la UNAM, un cirujano dentista, cayera tan bajo. Y nunca creí que entre los cirujanos dentistas hubiera personas de tan elevado espíritu y de tan avanzada manera de pensar como las que conocí ahí. 

Mis compañeros, fuera de los que estuvieron con nosotros y que ganamos la lucha finalmente, me decepcionaron. Especialmente los de semestres cercanos al mío, porque "se rajaron" o porque apoyaron a profesores acosadores, muchos de ellos que intentaron (no sé si pudieron) violar a mis compañeras, a golpeadores. Adultos contra jovenzuelos; varones contra mujeres, no hay manera de explicarlo. Bueno sí: la manera de explicarlo es que la Escuela producía una gran cantidad de dinero (la única en la UNAM que lo hacía, creo yo) y ese dinero obligaba a hacer todas esas bajezas.

Menos mal, señores historiadores, que hubo un grupo en la ENO en aquellos años que no se vendió, no aceptó prebendas ni gratificaciones ni becas, que fue el mío: el que defendió a la ENO en una época en que si no hubiera sido por el advenimiento del movimiento estudiantil-popular de 1968, ahora estaría o debería estar marcada con letras de oro en la Dirección de la ahora Facultad Nacional de Odontología: 

                                         "Generación 65-69, Grupo 1".

 Ese grupo y estos eventos merecen estar en la historia de la odontología actual y no hacer, como lo han hecho los historiadores hasta ahora, como que "no existió", "no pasó nada". Sí pasó: creo a una generación de dentistas capaces y de buenos e importantes líderes en la profesión y en las ciencias de la salud.

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